lunes, 16 de diciembre de 2013

Buffff

Mi amiga Noelia y yo nos mandamos frases impactantes, de esas medio poéticas que te sacan un Buf al instante de leerlas. Contra más efes lleva el buf al final, más nos ha gustado la frase. Partiendo de la base que me emociono con cualquier tontería y me ilusiono con nada y menos, imaginaos la cantidad de bufs por los que suspiro a diario.
La de esta mañana fue: “prométeme que en otra vida haremos todo lo que en esta nos faltó hacer juntos”
Y…! Para qué contaros! El debate empezó a fluir sin pausa; tantas cosas por hacer todavía… amanecer en la playa, atardecer desde la chimenea, llegar a la cima y volver a bajar, que me falte el aire de emoción, ataques de risa, no parar ni para recuperar el aliento…y entonces ella ha dicho: …”o llegamos tarde o algún día llegará”….y, la magia, en ese preciso momento, se quedó en pausa.
¿Y si en verdad ya llegué tarde? ¿Me resulta realmente concebible pensar que pudiera llegar al fin de mis días con la cantidad de sueños ya cumplidos que tengo hasta ahora en mi haber? ¿Tuve ya suficientes carcajadas? Acariciar, descubrir, temblar de emoción, sentir el ritmo, besar bajo la lluvia, zambullirse en las olas… ¿llegó ya mi cupo a su tope de esas emociones?
¿Y si quiero más, qué? Más de hundir la mano en la arena, de apoyar el trasero en el radiador en pleno invierno, más de hipertensión sexual, de apartarme el pelo de la cara y sonreír de reojo ingenuamente, de saltar, de correr, de bailar, más de guerras de besos con mis peques , de dibujar estrellas en el vaho del cristal, …
A priori, no hay motivo por el que no pueda tener más de todo eso que quiero, de hecho, si lo paro a pensar son cosas tan simples que seguro que sin buscarlas se presentan en mi vida a diario, entonces ¿porqué pensar que hayamos podido llegar tarde? Por la edad, por las obligaciones, por la velocidad a la que nos lleva la vida por la vida, por la cotidianidad… ¿por qué ya nunca me paro bajo la lluvia a disfrutar del placer de mojarme? ¿Por qué lo primero que hago al llegar a casa ya no es poner música?
Alguna vez oí que deberíamos poner un signo de interrogación detrás de todas esas cosas que tenemos por seguras. Gran consejo, y digo más, ¿porqué no poner un signo de exclamación a todas esas cosas que damos por rutina? Es decir, radiadores tengo a porrillo en casa, y el ritmo puedo sentirlo hasta con el repicar de mis tacones al caminar, amaneceres  tengo cada día y también anocheceres, está bien, no desde la playa ni desde la calidez de una chimenea pero, que sean más o menos especiales sólo depende de mi  y de la óptica a través de la que los mire.
Por mi parte, lo tengo claro, dicen que no hay días malos, sino momentos malos y somos nosotros los que decidimos llevar esos momentos con nosotros el resto del día; yo, hoy me propongo hacer lo contrario, me adjudicaré la mejor óptica que encuentre (en honor a mi padre diré que, Carl Zeiss para fotografía…;)y para todo lo demás tendrá que ser una dosis de optimismo) y me dedicaré a recolectar buenos y cotidianos momentos para llevarlos conmigo durante todo el día. Y así el siguiente día, y el otro, y el otro, de modo que cuando llegue mi último aliento haya sumado millones de efes a mis millones de bufffs!