Me gusta observar a mis hijos cuando ellos no me ven. Al
salir del trabajo, de camino a casa paso por delante de su escuela y veo a mi
hijo mayor en el patio. Hay días que lo llamo y lo saludo un instante pero hay
otras muchas ocasiones en que prefiero que no se percate de mi presencia. Lo
miro de lejos y me gusta verlo en su entorno natural, cuando no debe comportarse
correctamente porque sus padres lo están mirando. Él y él mismo, sin
artificios, sin obligaciones ni coacciones morales. Él en su propia esencia. Qué
preciosidad de visión…
Y yo me pregunto el porqué de esa manía mía de verlo sin que me vea. Y mi
respuesta es siempre la misma, porque así lo veo tal cual es de verdad ¿Así es
que, nos comportamos diferente cuando estamos solos? ¿Acaso nos comportamos
distinto cuando no estamos con gente conocida? En mi casa suelen decirme que
soy en cierto modo antipática, desordenada y poco servicial, en cambio en el
trabajo me alaban diciéndome todo lo contrario. ¿Cómo es eso posible siendo la
misma persona? ¿Me comporto realmente diferente en función de con quién estoy?
Cierto es que cuando salgo con mis amigas actúo diferente que cuando salgo en
familia o con mi marido o supongo que cuando estoy yo sola pero siempre lo he
relacionado con que cuando estoy con alguien siento la obligación interna de
estar pendiente de esa persona para asegurar que esté a gusto, es por eso que
cuando estoy sola o con gente de la que no me considero responsable me siento más
libre, desahogada.
Eso me da que pensar en la gente de mi entorno ¿Son conmigo
como son de verdad? Mi marido por ejemplo, ¿es él al 100% cuando está conmigo o
es un papel que hace cuando está en modo esposa? Y me lo pregunto
bidireccionalmente. ¿Le muestro yo mi verdadera esencia? Eso me preocupa porque
realmente yo quiero conocer a las personas como son de verdad y yo misma quiero
ser como soy de verdad. Pensando en el tema he llegado a la conclusión que
igual que cuando de adolescente intentaba identificarme con un estilo de ropa y
no podía porque según el día me apetecía vestirme de un modo u otro, me pasa lo
mismo con mi actitud (muy a mi pesar últimamente muy regida por mi ciclo
hormonal) paso por infinidad de tesituras, tales como la familiar, la juerguista, la ligona, la pasota
y desaliñada, la superhiperresponsable ,la defensora de la vida sana, la zampa
bollicaos que la vida son dos días, la que quiere hacer la ultratrail del Aneto,
la que quiere hacerse bombera y la que quiere dejar de trabajar y quedarse de
ama de casa haciendo pastelitos ….todas diferentes pero todas verdad. Y en el
instante en que soy de ese modo lo vivo con tal intensidad que no quiero ser ,ni
concibo ser de ningún otro modo diferente. No miento en ninguna de mis
actitudes, ni a mí misma ni a los demás porque aunque cambie a menudo de
actitud, y sea ciertamente una veleta personificada, en el momento en que las
estoy viviendo son muy reales y muy de verdad. Para mí, en ese momento, son mi
única dirección posible.
Y yo me pregunto entonces, ¿puede alguien llegar a conocerme
de verdad ante tal nivel de volubilidad? Yo creo que mis padres me conocen al milímetro,
sólo con verme entrar por la puerta y con el tono de mi hola ya saben en qué
estado estoy. Mi marido por el contrario me tiene un poco descolocada, porque
aunque me da la sensación que no me conozca en profundidad, hay momentos en los
que creo que me está leyendo la mente. Sólo finge no conocerme, yo creo que
para no complicarse la vida con mis andaduras lunáticas. Y es por todo este
rollo de la auto sinceridad y de ser yo de verdad, que no se vivir en
encefalograma plano y me aburro, como una ostra, como una ameba que ve la vida
pasar y se regocija en su tranquilidad a la vez que se siente prisionera de
ella.
Y así, que aquí estamos, de vuelta a mis inicios, a mis idas
y venidas, a plantear, replantear y requetereplantear mi existencia. Ayer por
la noche viendo la serie vikingos un rey le pregunta a su nuera, princesa: “Si
fueras libre, ¿cuál sería tu primer deseo? ¿Qué desearías hacer con tu vida? Y
claro, ahí que voy yo, que reflexiono sobre el sentido de cualquier enunciado
que llegue a mis oídos, sea real o ficticio. Y me pregunto, ¿si yo fuera libre,
cuál seria mi deseo? Y caigo en la cuenta para mi sorpresa que en ese momento
no se me ocurre nada que pedir. E indago más,…. ¿libre? ¿Sin hijos? ¿Sin
marido? ¿Sin cargas económicas o laborales? ¿Se refiere a eso, en mi caso, la
palabra libre? Y le pregunto a mi marido si se ha planteado respuesta para la
pregunta del rey y me dice que qué pregunta, si resulta que al rey lo acaban de
matar. Y decido olvidar el tema y seguir con mis vikingos.
Pero hoy al despertar lo primero que me viene a la mente es
la dichosa pregunta y al instante se me ilumina la cara…retomar aquella loca
idea sobre un máster en emergencias y catástrofes, entrar en el cuerpo de bomberos y hacerme reservista del
ejercito, aprender inglés, aprender ALGO, lo que sea. Mejorar como profesional,
sentirme bien con lo que hago y de rebote mejorar como persona. Vivir feliz
pero sin caer en la desidia de no tener ningún proyecto. No sé si lo haré o no,
no sé si esto es sólo fruto de mi bipolaridad mental, de mis ciclotimias o de
querer dar respuesta a esa pregunta, y ciertamente poco me importa. Lo que más
me ha gustado de mi respuesta es que es un deseo no excluyente sino inclusivo.
Es un objetivo que me dará sin necesidad de quitarme en ningún ámbito de mi
vida actual. Es algo que puedo hacer junto a mi familia y simplemente por eso
considero que no podría haber mejor deseo en el mundo.
Así que presta atención rey vikingo, soy libre y me siento
libre. Para decidir quién quiero ser en todo momento y para corroborar que en
cada instante de mi existencia seré yo 100%, porque aunque a menudo intente ser
menos yo, se me pasa enseguida.