viernes, 2 de junio de 2017

Digámonos cosas bonitas...

Hoy me he levantado con la noticia del fallecimiento de Carles Capdevila. Periodista muy del estilo que a mí me gusta que siempre me hacía reflexionar con sus artículos. Uno de estos artículos, que me ha pasado mi amigo patrullero Altés, habla precisamente de un tema en el que llevo pensando un tiempo. Su título es  “Digámonos cosas bonitas”, y aunque no habla literalmente del tema sobre el que yo me auto debatía, creo que plasma en su título el concepto exacto del que quiero hablar. La noticia de la muerte de Carles me ha tocado bastante adentro, así que parece ser que ha sido el triste empujón que me faltaba para terminar mi columna y reafirmar mis ideas en este tema.
En el inicio de mi  auto coloquio mental, yo me preguntaba sobre la verdadera esencia del amor. Pero desde un sentido universal, no tanto un amor romántico sino un amor global, a las personas en general. Y caí en la cuenta que una buena manera de demostrar el amor era realizar algo bueno por otra persona. Ese algo tenía que ser factible, nada desmesurado, algo cotidiano; cosas seguramente fáciles, que no nos provocan ninguna complicación pero que a la persona que las recibe le facilitan mucho. ¿Qué cosas podrían ser esas? Imaginaos que alguien os pregunta: ¿Qué puedo hacer para mejorarte el día? Pues la respuesta son todas esas cosas que se os acaban de ocurrir.
No propongo que lo hagamos con cada una de las personas con las que nos cruzamos a lo largo del día porqué tal vez sería agotador,….o quizás no, pudiera ser que no fuera tan difícil puesto que la premisa es que sean cosas fácilmente conseguibles. Podríamos iniciar una cadena de favores de esas de las pelis que tanto me gustan, esas que me arrancan la lagrimita porque me devuelven la fe en la humanidad. Pero empecemos por mí y mí alrededor. Cuando haya conseguido devolverme la fe en mi propia humanidad y logre realizar algo por alguien cada día, ya expandiré el negocio.
Como eslogan para mi campaña me agenciaré  aquella frase mítica de JFK de…no te preguntes que puede hacer tu país por ti, pregúntate qué puedes hacer tu por tu país. Y de ahí, cambiamos el país por la persona.
Pues vamos al tema: el otro día salí antes del trabajo porque me encontraba mal. Me fui directa a casa, era viernes y los viernes tarde a mi marido le gusta bajar a la cafetería de la esquina a tomarse unas cervezas con los amigos.
Cuando me vio entrar en casa percibí que le había fastidiado el plan y después durante una conversación  me lo confirmó.
Se había quedado en casa esa tarde porqué estaba convencido que me molestaría si se iba a su cerveza del viernes. Y tenía razón. Siendo que había vuelto a casa antes del trabajo porque me encontraba mal,¿ como iba él a irse y dejarme en casa con mi malestar? (no llegué a entrar en la polémica de si pretendía dejarme con los niños o llevárselos).
Total que se quedó y yo le agradecí internamente el detalle. Bueno Cris, no mientas. No le agradecí nada, pensé que era lo lógico y punto.
Después en la conversación que os contaba, él me señaló que le fastidió tener que quedarse conmigo porque a mí no me pasaba nada grave más allá de un gripazo y él se había perdido su charla cervecil con sus amigos, momento en el que él, verdaderamente disfruta mucho. Y yo pensé que tampoco hubiera pasado nada si se hubiera ido y  me hubiera quedado tranquila en casa con mi Netflix, mis dibujos, mis libros, mis videos o lo que sea.
El tema es que él me mejoró el día quedándose y haciéndome compañía y yo se lo hubiera podido mejorar ofreciéndole sinceramente la posibilidad de irse.
Entonces, ¿la mejora de uno implica siempre la desmejora del otro? ¿Si el detalle hacia una persona no conlleva aunque sea un mínimo sacrificio, no tiene merito de mención? ¿Y si la acción no te sale de dentro sino que lo haces por quedar bien o por obligación moral, vale la pena hacerla? Toda esta vertiente de preguntas creo que se salen de la línea de esta reflexión así que no quiero contestarlas ahora.
En esencia yo no me refiero a  buenos actos impuestos, quiero detalles que no le compliquen la vida a la persona que los da pero que ayuden a la persona que los recibe. Y en verdad son tan fáciles que se me ocurren mil: hacer alguna rutina que hace la otra persona diariamente para que tenga 5 minutillos para hacer otra cosa que le guste más (sacar los bocadillos del día siguiente del congelador, preparar las mochilas de los niños, recoger el encargo del mercado), hacerle un mini masajillo relajante al llegar a casa, adelantar el sofrito de la cena que tiene que hacer  el otro por la noche, no se mil cosas. En algún lugar leí que incluso hay parejas que se lo preguntan directamente.
-          “Cariño, ¿qué puedo hacer hoy por ti para mejorarte el día?
Y  lo mejoran no sólo por el tiempo que te ha ahorrado o por la tarea que te ha evitado; Incluso cuando tu respuesta es nada , esa pregunta te ha mejorado ya de por sí el día,  por el simple hecho de preguntar , por el sencillo motivo de querer obsequiarte con un acto, te das cuenta que han pensado en ti y han decidido hacer algo que te ayude, sería como decía Carles, decirnos cosas bonitas, pero con hechos, algo que te demuestra que todavía hay mucho de  bonito por decir y por hacer y que con muy poco que demos ,nos acercamos a esa cosa extraña y maravillosa que conocemos por AMOR.