lunes, 5 de febrero de 2018

Infinitas primeras veces...

Qué bonitas son las luces de la rotonda del cine de mi pueblo, son de azul medianoche muy cálido, igual que el amanecer a mi izquierda desde la ronda del litoral visto desde mi trayecto de paquete en moto; y es que hoy amaneció con un cariz especial…
Hoy podía convertirse en el primer día del resto de mi vida y por eso los pequeños detalles que normalmente nos pasan desapercibidos hoy quisieron ser visibles para mí para darme la bienvenida a esta nueva etapa de primeras veces.
Y es que a mí lo de las primeras veces me emociona más que la vida misma. Estrenar tantos sentimientos nuevos, conocimientos, aprendizajes, estrenar personas nuevas que se convertirán en conocidos y seguro que con el tiempo, en  amigos. Estrenar miedos y a la vez el coraje para superarlos. Debutar  de nuevo en esos inicios de historias que tanto me gustan con la mezcla perfecta entre nervios y atracción. No puedo evitarlo, las primeras veces me apasionan, y no tanto en si la primera vez de lo que sea sino las emociones que despiertan en mi. Emociones de niña, de ingenuidad, de taquicardia, de virgen, de adrenalina, de curiosidad sin fin. Y a ratos, en un mundo donde está casi todo estipulado, organizado, previsto, sabido y conocido, donde casi todo lo hacemos ya por inercia y cotidianidad, una primera vez, vale millones.
Y ahí me tenéis a mí, después de mi paseo matutino en moto, disfrutando de una velocidad crucero ideal  llego a las 8,30 a la puerta del banco para firmar mi primer crédito sólo mío, a mi nombre sin avales siendo yo la única en disfrutarlo y yo la única responsable en pagarlo. Después mi primera clase en el máster en el que me he inscrito. Urgencias y emergencias intra y extrahospitalarias. Eso si era un inicio por todo lo alto, con la sensación de estar abriendo una caja llena de maravillas que me podía llevar tan lejos como yo quisiera.
Obviamente esas maravillas se toparían con la realidad, que se entretiene poniendo obstáculos a los sueños. Lo que la realidad no sabe es que soy única regateando esos obstáculos y buscando alternativas. A ella le gusta proponer giros en el destino pero no más que a mi sortearlos. Y es que cada vez tengo más claro que a menudo las adversidades no son más que oportunidades con espinas. Si nos sentamos y cogemos la rosa con cuidado podremos quitarle las espinas con calma y admirarla en su absoluta belleza.
Así que, para mí, últimamente lo importante de la vida no es tanto lo que nos ocurre sino como reaccionamos a lo que nos ocurre. Yo soy muy de anhelar  cosas que siento como ya perdidas o como no posibles por causas que me monto yo misma. Tengo unas reglas morales muy estrictas que me hacen atormentar a veces o avergonzarme de mis propios pensamientos otras muchas. Y cuidado, que tenga esas normas morales no significa que las cumpla, ahí el quid de la cuestión. Estoy aprendiendo ahora mismo a gestionar esas historias mías, reconocer mis luces y mis sombras y mostrarme ante los míos como de verdad me siento, ni tan buena pero tampoco tan mala, ni tan controlada pero tampoco tan alocada. Vamos que justamente estoy cayendo en esa indefinición que tanto he odiado siempre o tal vez  lo que estoy haciendo es centrarme, equilibrarme y  huir de los extremos, lidiar con  todo ese rollo de desetiquetarme que tanto me consuela pero que nunca consigo.
Pero volvamos a mi hilo argumental que he vuelto a irme en mis divagaciones. Yo lo que de verdad quiero son infinitas primeras veces. ¿Pero como consigo eso? Y sabed que yo la palabra infinito sólo la uso por la noche, cuando acuesto a mis dos peques y les susurro al odio…t’estimo infinit…; para todo lo demás debo reconocer que me provoca cierto miedo, cierta sensación de opresión en el pecho y de encarcelamiento mental que me aterra, y mira por donde ahora la pido con afán.
Lo repetiré una vez más: Quiero infinitas primeras veces por siempre jamás.
Algo nuevo cada día, un sabor, una palabra, una persona, una manera de ver la vida, una canción, una poesía ¿habrá en el mundo tanta cantidad de cosas nuevas que puedan satisfacer mi curiosidad? El otro día me comí un pepinillo por primera vez, la semana pasada aprendí a jugar al ajedrez, el sábado pasado escalé en un rocódromo y bajé haciendo rapel, hace dos meses  reconocí un ritmo no desfibrilable ,ayer conocí un olor nuevo, hace 3 meses sentí agujetas en un músculo desconocido para mí y así más y más, y cada día quiero nuevos descubrimientos, que, aunque puedan parecer banales, sé que no lo son porque me están dando una oportunidad nueva de primeras veces y como tales, las viviré como se merecen, impacientes, cálidas, cerrando fuerte los ojos y conteniendo el aliento para que esa sensación se convierta como no, en infinita.