El proyecto no sería para buscar otro mundo u
otros soles, tampoco para buscar otro tipo de energías, más bien lo que yo ando
buscando es humanidad, pura y dura.
No es la primera vez que pierdo la fe en el
ser humano (y por desgracia sé que no será la última), muchas veces antes me ha sucedido en diferentes épocas y
por diferentes razones pero quizás ahora
le doy más importancia al tema porque llevo conmigo a dos personitas que hacen que
me plantee todo más detenidamente.
De sobras sabéis que tengo una buena vida. Lo
he repetido innumerables veces y sé que como me dijo hace poco, en otro
contexto bien diferente, una buena amiga “ya querrían muchos tu culo como
cara”, pues ya querrían muchos (y yo misma) mi propia vida tal como me ha
tocado vivirla. Pero ya sabéis que soy, por decirlo amigablemente, un culo
inquieto aderezado con una mente más inquieta aun, una toca pelotillas que no
consigue estar relajada y en paz mental apenas un segundo y es por eso que mis
emociones de base que ya están calentitas siempre, cuando llegan al punto de
ebullición forman un boilover en toda regla y me desbordo.
Un motivo importante esta vez de mi desengaño
amoroso con la vida está relacionado con el involucrarme mucho en las historias
personales de vida de mis pacientes y
vivir tan de cerca sus desgracias y su dolor que han llegado a afectarme hasta
el punto de salir llorando de la consulta más a menudo de lo recomendable. Supongo
que es inherente a mi profesión y los que nos dedicamos a ello sabemos que esto
pasa y no podemos hacer nada para evitarlo por más estrategias mentales que nos
inventemos y que hay cosas que nos tocan muy adentro sin remedio. Por
contrapartida hay otras cosas que también me tocan mucho, pero los cojones (lo
siento no sé decirlo más finamente). Si, señores, me revienta hasta el infinito
llevarme broncas (y gordas) de algunos usuarios por banalidades tales como que
lo he cogido tarde para pincharse una vitamina mensual porque estaba atendiendo
en la sala de al lado una urgencia vital de otro paciente. No puede ser que hoy
en día esperemos lo que haga falta en la cola del supermercado, en la
peluquería o para entrar al cine y cuando vayamos al médico montemos unos pollos
de tres pares de narices por tener que esperar más de la cuenta. Que yo
entiendo que nadie de esas personas quiere estar en el centro de salud excepto
yo misma que lo elegí como mi modo de vida y que sí, que ya sé que a veces la
espera se hace eterna pero, ¿creéis que se arreglará increpando a la persona
que después de echarle los lobos encima te va a pasar a su consulta y te va a atender
para intentar solucionar tus necesidades sanitarias? ¿Creéis que os estoy
cogiendo tarde porque estoy en mi consulta jugando a las cartas o tocándome el
higo? ¿No me habéis visto acaso en más de una ocasión correr por el pasillo o
pedir un segundo para ir al baño por qué no hay modo de escaparme un momento ni
para mear? ¿Creéis que tengo que aguantar esas malas maneras?
Por otro lado y cambiando de hilo, ¿sabéis la cantidad de personas que acuden a mi
consulta con crisis de ansiedad, llorando, sintiendo que se les hunde la vida
por el motivo que sea porqué no son
capaces de gestionar esos sentimientos de desesperanza y desasosiego ni
siquiera con kilos de antidepresivos o ansiolíticos? ¿No os da por pensar que
ante este panorama hay algo que no marcha bien?; nos debemos estar equivocando en algo y como no consigo
encontrar la raíz del problema, el origen verdadero de este despropósito, me
sumo yo también a ese pesar sintiendo que el mundo se ha vuelto tóxico y hay de
todo menos humanidad.
¿Habéis conseguido alguna vez ver el
telenoticias sin terminar llorando? De política ni hablemos porque no hay ni un
solo partido, pero es que ni uno solo que me represente en su totalidad, luego
están las desgracias humanas y los desastres naturales, los tsunamis, los
huracanes, el pequeño Yulen , los cientos de Yulenes que mueren diariamente en el mar y de los que
no hay eco mediático alguno, del papá que murió junto a su bebé intentando
cruzar el rio, de las personas que luchan por los derechos humanos como Carola
Rackete y muchos otros y son
encarceladas o asesinadas, pederastas, violadores, personas que no pueden amar
a quien elijan sin importar su género porqué todavía les apuntan con el dedo
por la calle o lo que es peor, con un arma o el filo de un cuchillo, niños
sufriendo y pasando hambre, desigualdades sociales y territoriales, luchadores
que abandonan su país en busca de un futuro (ni mejor ni más feliz; futuro a
secas) y les negamos la entrada a una tierra que presumimos ¿sea nuestra? ¿De
verdad nos creemos poseedores del suelo que pisamos? ¿De verdad creemos que las
fronteras se crearon para algo más que para separar? ¿Pero qué demonios está
pasando? La runner a la que han violado mientras corría por la mañana, la recidiva
de una neo a una amiga y el cáncer que le han diagnosticado a otra, el
adolescente que se ha suicidado porque no soportaba el bullying, todos estos
que se convierten en uno más porqué son
ya tantos que me parece hemos normalizado el tema.
El mazazo más gordo ha sido el fallecimiento
de mi suegro Iñaki, del que quizás sabíamos todos que el día no andaba lejos
pero nunca hubiéramos pensado que pudiera estar tan cerca, ¿Y qué decir cuando
se muere alguien tan cercano? pues que obviamente deja un hueco enorme en el
ánimo de todos pero especialmente me duele el hueco que deja en mi marido Josu
porque se le va un padre (igual que a sus hermanos Iñaki, Eduardo y Arantza),
en mis hijos porque se les va un abuelo y en Elena porque pierde a su compañero
de vida. No me olvido de Javier, que pierde a un amigo casi hermano o de su
familia de Bilbao. El carisma de Inasito (para bien o para mal) es de aquellos
que cruza el tiempo y el espacio y su funeral fue único en el sentido que yo
nunca había visto algo tan triste, reconvertirse en algo tan inusualmente
confortable. Su despedida fue acorde a su familia, sin dramas, sin
histrionismos; no puedo decir que fue la juerga padre porque sería exagerar la realidad
pero sí que acabó siendo una reunión de amigos que duró varios días con
encuentros, cenas, vino y risas que nos hizo ver a todos cuanto lo quería la gente.
A pesar de que todos llevamos aceptablemente bien su estancia en el hospital y
toda su despedida, cuando ya todo vuelve a la normalidad, se apagan las luces
del escenario público y vuelves a casa, es cuando se confronta la realidad con la rutina y ahí, amigos, es donde te
replanteas toda tu vida: la presencia de tus propios padres, los sueños, los
momentos, lo importante, lo verdadero, lo necesario, lo que quieres en tu día a
día y lo que no.
Y en ese momento coincidió que yo no quería
muchísimas cosas que tenía alrededor de mi cotidianidad, que son precisamente
estas que os estoy contando. Momento de flojera mental y encima este golpe del
destino, pues flojera mental de campeonato.
Por
otro lado está el asunto de la información o yo más bien diría de la manipulación
y la desinformación. No se ya qué periódico creer ni a que noticia dar
credibilidad. Me siento ahogada en montañas de datos y no soy capaz de
discernir cuales son fiables y verdaderos.
Comprar un champú donde se anuncia en mayúsculas LIBRE DE SULFATOS y seguir leyendo, fijarme
en los ingredientes y en la primera línea, ingrediente número uno: Sodium coco
sulfate. Si, sulfate. ¿De verdad estáis
poniendo libre de sulfatos??????? Y esto
es una tontería (o no) pero yo me
pregunto (y ahí es donde se me empieza a ir la cabeza y pensar en
conspiraciones gordísimas) ¿en que más nos están engañando vilmente????? ¿Será
que de verdad no hemos ido a la luna? ¿Será que debiéramos considerar seriamente un modo de alimentación
diferente para nuestros hijos? ¿Será que los monstruos de las películas no lo
son tanto en comparación con la persona que creó el Burundanga y en comparación con las que lo usan para narcotizar a sus víctimas?
Encontrarse con personas conocidas y
remarcarte en tu cara lo gorda que te has puesto. ¿Perdón? ¿Me lo estás
diciendo porqué tal vez no lo sé o para
que no vaya a ser que se me olvide? No se paran a pensar la historia que puede
haber detrás de esos kilos ni la implicación emocional que pueda tener para la
susodicha, es decir yo misma. ¿Con que objetivo se dice algo así? Teniendo en
cuenta que no fue una anotación con intención de crítica constructiva o por
preocupación o incluso por halagar sino más bien todo lo contrario, ahí fue por
hacer daño gratuitamente y a eso yo lo llamo crueldad y mala educación.
A mí, amigos y amigas, ante este panorama lo primero que me viene a la mente es: Me bajo
de la vida; de esta vida que hemos creado y está llena de este tipo de maldades
y desgracias.
Estoy cansada no, agotada de pasarme el día
enfadada con el mundo, con esa eterna insatisfacción constante de sí pero no
que además me hace quedar de antisocial, poco amigable y cero empática (como bien me constató alguien a quien quiero y por eso, en parte, empecé a plantearme estas cositas).
Y aquí es cuando me entran ganas de crear un micro
mundo, estilo “el Bosque”, ganas de educar a mis hijos de otro modo, con otros
valores, con otra mirada estilo “Capitán fantastic”. Dejar de crecer en el
consumismo puro (y os lo dice una gastadora nata) y aprender a vivir de otra
manera. Que está claro que no voy a cambiar a lo grande mi modus vivendi porque
no tengo ni idea de cómo hacerlo, ni apoyo, ni las herramientas necesarias. Que
ya sé que lo que anhelo sólo existe en el cine, que no es real y seguramente no
funcionaría pero me gusta imaginar que sí podría recrearse en la sociedad
actual; tal vez contando con un grupo de soñadores, acaso de inadaptados,
quizás de visionarios, probablemente de locos… (Como la que aquí os relata sus
locuras)
Y ante este discurso de mecerme en mi desgracia resulta que hace
unos días pasé, volviendo del trabajo como cada día, por debajo del balcón de
casa de mis padres. Ellos estaban
tomando algo en su terraza con una amiga que había venido a visitarlos y
se levantaron los tres a saludarme con la mano al unísono mientras yo les enviaba
besos. Eran las 8 de la tarde y brillaba el sol, la temperatura era perfecta y
andaba yo camino a casa donde me esperaban mis peques, mi marido y Simba,
nuestro gato.
Y en ese momento fui feliz y me di cuenta que tengo absolutamente
todo lo que necesito en la vida para serlo.
Otro día siguiendo con esa dinámica de sentirme bien, viene
mi jefa y me felicita con dos besos por haber aprobado el examen de oposiciones
(a mí y todas mis compañeras) y mira, sin quererlo me chisporrotean los ojillos
de emoción y no sé porque.
Será porque el aprobar sin haber abierto un libro me ha
causado satisfacción personal y a la vez el haberlo pasado ya, liberación, será
porque he decidido dejar las guardias extras
para poder sencillamente estar en la vida de fin de semana y noche de mi familia, será porque un paciente me ha
visto hoy por la calle y me ha llamado por mi nombre, porque vi hace poco a un
compañero de mi turno de bomberos de prácticas, me reconoció y charlamos durante 5
minutos o porqué mi marido me ha escrito hoy un mensaje felicitándome por el
pescado que le he dejado preparado para comer. Pudiera ser porqué ayer fui a
una revisión médica de mi hijo en el hospital y sentarse en la sala de espera y
ver los niños de alrededor con sus vidas y sus circunstancias hacen que pongas
en perspectiva tus apreciaciones; será, será, no sé qué ha sido pero lo
importante es, que ha sido. Aun soy capaz de ver algún atisbo de humanidad en
este planeta, por lo menos entre mis más allegados que al fin y al cabo son los
que me importan.
Así que como leí en algún sitio acá voy de nuevo, entera o a
pedazos, pero voy; con la única intención
de saber encarar todas esas pequeñeces que me sacan de quicio, al menos, con
una sonrisa en la cara.