miércoles, 2 de octubre de 2024

Con bombo y a lo loco



Hace días que mi tripa ha vuelto a hacer BOOM y de qué manera!

Para los que no lo sepáis, tengo un problema digestivo que me provoca inflamación abdominal. Esa inflamación me pone la barriga como si estuviera embarazada de 7 meses; entiendo que a priori podáis pensar que exagero, pero lamentablemente no lo hago. Mi falsa gestación repentina ha sido constatada por infinidad de personas y profesionales de la sanidad. Estoy haciendo todo lo que me han recomendado: dieta sin gluten y baja en FODMAP (cosa que me ha venido muy bien para la vida en general y aunque es una jodienda importante, reconozco que me ha costado menos de lo que hubiera apostado); estoy en plan mindfulness y tomo consciencia de las cosas, me fijo en los detalles y me recreo en ellos, disminuyo el cortisol y ofrezco gestos de amor y empatía sobre todo a mis pacientes en mi trabajo y fuera de él (cuando me los encuentro en mi día a día en el mercado), me tomo mi tiempo en leer el periódico cada mañana, hago meditaciones cortas guiadas, intento mantener mi casa ordenada y quitar el ruido visual de los espacios y achucho todo lo que puedo a mis hijos (siendo que conseguir que se dejen es casi más difícil que todo lo anterior junto)

Nada de esto funciona al 100% y mi tripa sin previo aviso y sin un desencadenante claro, se hincha como un globo aerostático y en cuestión de segundos literalmente, de nuevo me encuentro en un estado de buena esperanza repentino que no hace otra cosa que hacerme perder la esperanza precisamente. Y es que podríais pensar que ese hinchazón no me afecta en exceso pero nada más lejos de la realidad ya que aparte de provocarme un malestar infinito, me impide continuar con cualquier actividad que esté realizando en ese momento. Si me pilla en casa o de vacaciones tira que te va, me tumbo y en 2-3 horas consigo que desaparezca pero si me pilla trabajando, a pesar de haber intentado seguir, me resulta imposible. Y eso afecta de un modo u otro a mis compañeros y a mis pacientes. 

Convivo laboralmente cada día con 50 profesionales de la salud, muchos de los cuales son aparte de compañeros, amigos. Se estrujan el cerebro para intentar dar con una causa y por ende en una posible solución y no hay modo. Ni ellos ni los 20.000 profesionales de distintas disciplinas, ni los cientos de terapias o fármacos naturales o químicos que he tomado ya, y porqué no decirlo ni los miles de euros que llevo gastados en este tema.


Lo último que estamos barajando, es la posibilidad que haya un componente extra en todo este berenjenal de variables que sea la somatización. Sé desde el primer día que el estómago es nuestro segundo cerebro y está muy ligado a temas emocionales, ansiedad etc. pero ¿si no soy capaz de detectar un detonante claro, si en este momento de mi vida no tengo ningún agente estresor importante, si no hay malos rollos ni broncas ni nervios más allá de lo normal en la cotidianidad de cualquier persona, qué cojones (y perdonad la expresión pero es que estoy ya desesperada) me está intentando decir mi estómago ?!


En este punto no me queda otra que volver a la teoría de la dopamina de marras. Es cierto que cíclicamente tengo necesidad de cambios, que no hace falta que sean vitales; con modificar el orden de la ropa en mi armario suele valer pero de un tiempo a esta parte, yo, que nunca me he salido de la norma de las convenciones sociales en lo que a estilo de vida se refiere, me planto ahora con 45 años con anhelos fantasiosos sobre vivir ayudando en un orfanato en la india, participar en el cuidado de elefantes en un refugio de África o congelarme de frío en una estación de retransmisión de auroras boreales en el sur de Groenlandia, lo último (ayer mismo) es ayudar en el reparto aéreo de provisiones entre las islas de Australia. Todo esto aparte de mi sueño estrella de montar un retiro de bienestar o simplemente seguir trabajando de lo mismo que ahora en Alborge, el pueblo donde pasamos la mayoría del tiempo libre del año y que tanto bienestar me aporta siempre.


Comprenderéis en parte mi desesperanza ante tales ideas de bombera (para no perder la costumbre) de mi mente. Me viene al recuerdo algo que escuché hace tiempo no sé donde sobre un judío al que le preguntan como se siente tras llevar 20 años rezando en el muro de las lamentaciones a diario. A lo que él responde : “como si le estuviera hablando a una pared”.

Pues así me siento yo mismamente, mi mente divaga planes contra un muro y no hago otra cosa que lamentarme internamente por cosas que son imposibles. ¿Pero, de hecho…. por qué son imposibles? Y precisamente ahí, en ese punto exacto, radica mi mayor pesar. Que no estoy acostumbrada a tener un no por respuesta. Y no, no lo he tenido todo en la vida y he tenido que lidiar con muchas decepciones y asumir que no se puede conseguir todo lo que una desea, pero nunca sin haberlo intentado antes.

Y ese es el problema, que en este momento a causa de mis obligaciones y responsabilidades de persona teóricamente adulta no se me permite hacer ningún cambio de vida y eso, damas y caballeros, me tiene encorsetada y lo sé porqué lo noté en mi interior en el mismo instante en que firmaba mi ansiada plaza de funcionaria del estado hará un año o dos. Lo que para todo el mundo era un sueño hecho realidad, para mi también lo era, pero venía acompañado de cierto sentimiento de aprisionamiento, de inmovilización y perpetuidad, un algo de por siempre jamás y de a partir de ahora voy a hacer esto el resto de mis días que a mi me oprimió bastante (llegué a verbalizar que me sentía más encadenada con ese contrato que con la hipoteca o el matrimonio). Y ufff a mi esa sensación me da un porcentaje de seguridad porque me gusta la estabilidad pero me aporta por igual un porcentaje de claustrofobia porque como ya sabéis y me han reconocido los expertos en comportamiento a los que he consultado, soy adicta a la dopamina que genera el cambio. A mi ser le vienen muy bien las rutinas pero no la monotonía.


Yo soy mucho de divulgadores como Victor Kuppers o Mario Alonso Puig y recientemente he descubierto al Mago More que se ha colocado entre mis top 5 con apenas una charla que vi en YouTube. Él cuenta (nada nuevo por otra parte) que la vida es cuestión de actitud y que la mayoría de veces no podemos cambiar los acontecimientos pero si nuestra actitud y que reír, por ejemplo, aunque sea una risa forzada también cura. Explica que no se canta porque uno esté feliz sino que se está feliz porque se ha decidido cantar y habla también de un libro de Brownie Ware en el que habla de los 5 arrepentimientos de las personas antes de morir.

El primero es no haber intentado conseguir sus metas o sueños.


Yo estoy orgullosa de haberlo intentado siempre hasta ahora, aunque no haya conseguido todo lo que me había propuesto y me hayan quedado cosas en el tintero que ya no podré realizar. Pero la palabra clave es intentarlo, como aquel dueño de un bar que siempre quiso vivir en Australia. le vendió el negocio a un camarero suyo y se marchó. A los 6 meses se lo encontraron trabajando de nuevo en el que había sido su propio bar, siendo empleado del que había sido su asalariado. Y estaba feliz, porqué lo había intentado y había decidido que no era lo que esperaba y decidió volver. Y oye, aquí no ha pasado nada! Y esa es la mentalidad que he tenido yo siempre respecto al cambio y que ahora mi propia vida de adulta responsable, no me permite poner en práctica. Son tantas las cargas económicas que arrastramos junto con la voluntad de mantener mi familia unida (tengo dos hijos adolescentes que necesitan recursos de escolarización y tienen una buena red social aquí) que no puedo darme ni siquiera la oportunidad de intentar hacer cambios de vida drásticos. Y lo mejor del caso es que estoy atrapada en una jaula de oro porqué verdaderamente la calidad de vida de la que disfrutamos los 4 es maravillosa. 


El único problema es que aunque mi mente lo entienda, interiormente no lo asumo y mi estómago se rebela.

Vaya por Dios y sin quererlo resulta que he descubierto mi detonante.


El hecho es que estoy muy harta de ese rol que he cogido de flojita emocional y física, de sentir que tengo la piel muy fina o que no soy capaz de afrontar lo que se me ponga por delante.  No soy frágil ni se me caen los anillos (básicamente porqué no llevo nunca) , nunca he sido cobarde y no voy a empezar ahora; Si la solución está en cambiar, cambiaré encantada; si está en asumir que no procede el cambio, lo aceptaré. Voy a  dejar de enfocarme en el “porqué” de las cosas y focalizarme en el “para qué”, es decir pasar de la causa o culpable al objetivo o meta. 


Vamos bien encaminados Cris, estamos ya a las puertas del éxito (si no fuera porqué no tengo ni idea de cómo hacerlo)…;)


Me seguiré dejando guiar por tanto una y mil veces más por quien me pueda ayudar porqué como decía también el mago More, ¿os habéis dado cuenta que siempre acertamos en el último intento? si me quedo en el penúltimo, me quedaré en el fallo. Sin nada más que decir me despido citando a Narosky : “Mi mayor ilusión es seguir teniendo ilusiones”, así que allá voy estómago de marras, esperando en cuerpo y alma que este sea mi último intento para poder celebrarlo con mucho platillo pero por fin sin bombo.