
Vamos, puro recochineo
del destino.
Y una no quiere
dramatizar y los que me conocéis sabéis que yo no soy negativa, pero sí tiendo a ser realista en ciertos casos. Y voy
a la mutua laboral y empiezo los trámites, firmo papeles, autorizaciones,
analizan mi sangre, su sangre y decido no iniciar tratamiento antiretroviral de
momento. Son decisiones rápidas y creedme, aunque puedan parecer banales, son
complicadas. Piensas sobre todo en tu familia y en todo lo que puede cambiar tu
vida y la de ellos en ese instante. Y sabes que afrontarás lo que te echen pero
inevitablemente vuelves a tener aquella sensación como cuando abriste el TAC
cerebral y montas y desmontas tu vida 100 veces en un segundo. Y sientes miedo
y rabia y te sientes sola, y lloras un poco y al de un rato, otro poquito más y
te comentan que a lo largo de la noche te llamarán para darte los resultados
del VIH. El resto tardará un poco más. Gracias.
Sólo queda volver a casa
en un interminable trayecto en el que necesitas cambiar 3 veces de transporte y
esperar, viendo 101 dálmatas, como si nada hubiera pasado mientras tus peques
te preguntan el porqué de esa lágrima silenciosa y tú les dices que se te ha
metido una pestaña en el ojo.
Esa era mi semana de
emociones fuertes, cese en el trabajo, renuncia en el otro trabajo, ser ama de
casa, recolocarme en primaria, abandonar la profesión voluntaria o forzosamente
ante tan malas expectativas laborales, comprarme un camión de comida y recorrer
ciudades vendiendo pollos a l’ast y
ahora esto y dos horas de espera en urgencias y ambulancias que entran y salen, tráficos,
cosas graves y otras menos graves…y voy recordando la última jornada de
urgencias picadas en mi turno, un cuerpo extraño clavado accidentalmente en la
anatomía del paciente, una sobredosis que se sale de lo descrito en el manual,
061, carreras por el pasillo, …. Chute de adrenalina en vena. Pero en la mía,
en mi vena.
Acabar el día con todos
los sistemas de alerta al 110 %, con ganas de una sangría fresquita, de
abrazarme con mi compañera de turno y comentar la jugada y lo curioso es que me
gusta esa sensación.
¿Y si todo aquello es
sólo una treta del destino? ¿Y si resulta que sería feliz trabajando en
urgencias? ¿Aguantaría mi corazoncito tanta emoción sostenida? ¿Está mi mente
capacitada para gestionar tal avalancha de emociones? ¿Le va a mi esencia tanta
emoción? Según mi horóscopo sí, a pesar de ello nunca me había sentido tan
identificada con él. Sagitario con ascendente a Escorpio. Siempre he creído que
a pesar de encantarme este signo, sus
rasgos definitorios, no iban conmigo. Como si hubiera nacido en un lugar astral
en el que no debiera. Pero, y ¿si estoy equivocada y si me define correctamente en realidad? ¿Se hace
una más de su signo con los años? Una compañera de trabajo me recomendó la
lectura de una web de astrología: Mia Astral. Os diré que estoy maravillada con
su horóscopo semanal. Os prometo que nunca he seguido mi horóscopo regularmente
pero me lo clava tantísimo que a veces dudo si esta señora no me está mirando
desde un agujerito por una rendija del suelo de su casa de Miami.
Pues bien, el tema es que
todo aquello del accidente laboral y el posible contagio quedó en un susto y mi pérdida de trabajo quedó en un mes
de vacaciones pagadas por el INEM. El destino me deparaba un contrato eventual
de 6 meses (que espero que prospere
a algo más estable) en el centro de atención primaria de mi pueblo, a 4 minutos caminando desde mi casa. ¿Os podéis imaginar? Cierto es que
cuando se cierra una puerta, se abre una ventana o en este caso un ventanal de
aluminio con rotura de puente térmico y doble vidrio con sistema de control
solar y baja emisión; para que me entendáis, el premio nobel de las ventanas.
Pero, en medio de mi alegría por haber caído en un equipo al lado de casa, con
proyección de futuro y posibilidad de mejorar horario, haciendo lo que se me da
bien y conozco, con muy buenos compañeros de trabajo y la verdad muy buen rollo……
¿Dónde ha quedado aquel reciente afán por
la adrenalina y las nuevas sensaciones?
Pues en el cajón de los
giros del destino, en el de todo pasa por algo y en el de aquello que guía a
las estrellas te guía también a ti por lo que, por algo será y es que estas
cosas pasan y sin quererlo se nos recompone la vida y la necesidad de
adrenalina se cambia por el gusto por la estabilidad y el afán de un 100% de horizontes nuevos se equilibra con un 50% de cambio y un 50 de “más
vale bueno conocido que nuevísimo por conocer” y en base a esto me quedo
contenta, relajada y bien satisfecha y
sólo durante un segundo fugaz cada 2 o 3 días me sobresalta un sentimiento de
clausura, de encarcelamiento en mi nuevo microclima en el que mis movimientos
de lunes a viernes se concentran en un radio de 3 km. Y ahí es donde aflora mi
sagitario, ese que yo pensaba que no era para mí y
resulta que estoy llenita a rebosar de su esencia. Estoy a tope amigos, a tope
de encanto por la aventura y lo desconocido, de mente abierta a nuevas ideas y experiencias, de intuición,
de buena organización y de espiritualidad, de impaciencia y mal pronto, de
lealtad y de necesidad de libertad…..empapada y satisfecha de ser y sentirme de
este signo aunque a menudo pase por fases de Sagitario no-practicante.
Mientras tanto mi mente
inquieta aprenderá a autogestionar este incipiente deseo de expansión fuera de
mi ámbito cotidiano para ser capaz de llegar tan lejos como las flechas de mi
arco Sagitario quieran llegar.