viernes, 21 de agosto de 2015

Horóscopo del día...

Y de repente una tarde de viernes, sin querer, te pinchas con una aguja contaminada de sangre. El paciente, “la fuente” como se le llama en estos casos te dice que no tiene nada contagioso pero sabes que debes iniciar el protocolo. Después de 10 años trabajando en el sector y a un mes del cese de tu contrato.
Vamos, puro recochineo del destino.

Y una no quiere dramatizar y los que me conocéis sabéis que yo no soy negativa, pero sí  tiendo a ser realista en ciertos casos. Y voy a la mutua laboral y empiezo los trámites, firmo papeles, autorizaciones, analizan mi sangre, su sangre y decido no iniciar tratamiento antiretroviral de momento. Son decisiones rápidas y creedme, aunque puedan parecer banales, son complicadas. Piensas sobre todo en tu familia y en todo lo que puede cambiar tu vida y la de ellos en ese instante. Y sabes que afrontarás lo que te echen pero inevitablemente vuelves a tener aquella sensación como cuando abriste el TAC cerebral y montas y desmontas tu vida 100 veces en un segundo. Y sientes miedo y rabia y te sientes sola, y lloras un poco y al de un rato, otro poquito más y te comentan que a lo largo de la noche te llamarán para darte los resultados del VIH. El resto tardará un poco más. Gracias.
Sólo queda volver a casa en un interminable trayecto en el que necesitas cambiar 3 veces de transporte y esperar, viendo 101 dálmatas, como si nada hubiera pasado mientras tus peques te preguntan el porqué de esa lágrima silenciosa y tú les dices que se te ha metido una pestaña en el ojo.

Esa era mi semana de emociones fuertes, cese en el trabajo, renuncia en el otro trabajo, ser ama de casa, recolocarme en primaria, abandonar la profesión voluntaria o forzosamente ante tan malas expectativas laborales, comprarme un camión de comida y recorrer ciudades vendiendo pollos a l’ast  y ahora esto y dos horas de espera en urgencias  y ambulancias que entran y salen, tráficos, cosas graves y otras menos graves…y voy recordando la última jornada de urgencias picadas en mi turno, un cuerpo extraño clavado accidentalmente en la anatomía del paciente, una sobredosis que se sale de lo descrito en el manual, 061, carreras por el pasillo, …. Chute de adrenalina en vena. Pero en la mía, en mi vena.
Acabar el día con todos los sistemas de alerta al 110 %, con ganas de una sangría fresquita, de abrazarme con mi compañera de turno y comentar la jugada y lo curioso es que me gusta esa sensación.
¿Y si todo aquello es sólo una treta del destino? ¿Y si resulta que sería feliz trabajando en urgencias? ¿Aguantaría mi corazoncito tanta emoción sostenida? ¿Está mi mente capacitada para gestionar tal avalancha de emociones? ¿Le va a mi esencia tanta emoción? Según mi horóscopo sí, a pesar de ello nunca me había sentido tan identificada con él. Sagitario con ascendente a Escorpio. Siempre he creído que a pesar de encantarme  este signo, sus rasgos definitorios, no iban conmigo. Como si hubiera nacido en un lugar astral en el que no debiera. Pero, y ¿si estoy equivocada y si  me define correctamente en realidad? ¿Se hace una más de su signo con los años? Una compañera de trabajo me recomendó la lectura de una web de astrología: Mia Astral. Os diré que estoy maravillada con su horóscopo semanal. Os prometo que nunca he seguido mi horóscopo regularmente pero me lo clava tantísimo que a veces dudo si esta señora no me está mirando desde un agujerito por una rendija del suelo de su casa de Miami.

Pues bien, el tema es que todo aquello del accidente laboral y el posible contagio quedó en  un susto y mi pérdida de trabajo quedó en un mes de vacaciones pagadas por el INEM. El destino me deparaba un contrato eventual de 6 meses (que  espero  que prospere  a algo más estable) en el centro de atención primaria de mi pueblo, a  4 minutos caminando desde  mi casa. ¿Os podéis imaginar? Cierto es que cuando se cierra una puerta, se abre una ventana o en este caso un ventanal de aluminio con rotura de puente térmico y doble vidrio con sistema de control solar y baja emisión; para que me entendáis, el premio nobel de las ventanas. Pero, en medio de mi alegría por haber caído en un equipo al lado de casa, con proyección de futuro y posibilidad de mejorar horario, haciendo lo que se me da bien y conozco, con muy buenos compañeros de trabajo y la verdad muy buen rollo…… ¿Dónde ha quedado aquel reciente  afán por la adrenalina y las nuevas sensaciones?
Pues en el cajón de los giros del destino, en el de todo pasa por algo y en el de aquello que guía a las estrellas te guía también a ti por lo que, por algo será y es que estas cosas pasan y sin quererlo se nos recompone la vida y la necesidad de adrenalina se cambia por el gusto por la estabilidad y el afán de un 100%  de horizontes nuevos  se equilibra con un 50% de cambio y un 50 de “más vale bueno conocido que nuevísimo por conocer” y en base a esto me quedo contenta, relajada y bien satisfecha  y sólo durante un segundo fugaz cada 2 o 3 días me sobresalta un sentimiento de clausura, de encarcelamiento en mi nuevo microclima en el que mis movimientos de lunes a viernes se concentran en un radio de 3 km. Y ahí es donde aflora mi sagitario, ese que yo pensaba que no era para  mí  y resulta que estoy llenita a rebosar de su esencia. Estoy a tope amigos, a tope de encanto por la aventura y lo desconocido, de mente abierta  a nuevas ideas y experiencias, de intuición, de buena organización y de espiritualidad, de impaciencia y mal pronto, de lealtad y de necesidad de libertad…..empapada y satisfecha de ser y sentirme de este signo aunque a menudo pase por fases de Sagitario no-practicante.

Mientras tanto mi mente inquieta aprenderá a autogestionar este incipiente deseo de expansión fuera de mi ámbito cotidiano para ser capaz de llegar tan lejos como las flechas de mi arco Sagitario quieran llegar.


miércoles, 5 de agosto de 2015

Sex o No ser...

¿Dónde radica el sex appeal de una persona? Siempre he creído que en la actitud, en el modo de desenvolverse, en el halo que transmite una personalidad versátil y curiosa…pero desde que me he cortado mi larga melena rizada no lo siento así.
¿Dónde esta mi actitud? ¿Dónde esta mi pelo?  ¿Dónde se ha ido mi loba interior? Yo no reboso sensualidad por los 4 costados pero a veces, señores y señoras, me he sentido, como diría mi buena amiga Bridget (Jones), la diosa del coqueteo. Seducción en estado puro….uñas rojas, pelo largo ondeando al viento….y en medio de esta perorata, de repente me surge una duda.
¿Qué tipo de actitud es más atractiva? La devora hombres apretada marcando escote y culo de uñas rojas y mirada felina o la vecinita de al lado con cara angelical en vaqueros y coleta. Hace muchos años mi antigua amiga Irene que siempre vestía muy hippy se intercambió un día su ropa con Sandra, una chica que por el contrario vestía atrevida y sexy. El resultado fue espectacular, Irene estaba preciosa y la amplia sonrisa en la cara de  su novio lo corroboraba…pero, aixxx ¿sabéis que? Que muy guapa si pero para nosotros aquella no era nuestra Irene. Y mi pregunta es ¿Cómo se hace para concordar  nuestra imagen con nuestra actitud o es eso  algo que no conlleva ninguna relación necesariamente?
Hubo un tiempo en que se puso muy de moda el flequillo hacia delante  bien tupido y liso y yo que voy y le pregunto a mi marido…cariño, como te gusto más, ¿con flequillo o sin? Y él me dice que según el momento  a lo que yo, para que no se quede en típica respuesta ambigua de no meterse en jardines, respondo…  -“pues juguemos a los momentos!” ¿Para salir a comprar? Sin flequillo; ¿para salir a bailar? Con flequillo. ¿Para ir al trabajo? Sin flequillo….para el sexooooo? CON flequillo
¿Os podéis imaginar mi indecisión? Quiero que mi marido me vea como una mujer trabajadora de diario y cotidiana o quiero que me vea como una diosa del sexo desenfrenada. O mejor aún, ¿Cómo quiero verme yo? Interesante y superficial dilema  me generó  el flequillo de marras. ¿Qué actitud o qué impresión quería transmitir yo? Y además de eso, ¿me apetecía transmitir la misma actitud las 24h del día, los 365 días del año?
Y entonces es cuando hace un mes en un arrebato de calor y  dolor de cuero cabelludo coleterohorquillero voy yo y me corto el pelo. De mi melena a media espalda me lo dejo a ras de mandíbula, muy lisito, muy mona y muy niña buena y, os preguntareis  ¿Cuál es el problema? Pues que me siento mojigata perdida, sin chispa, sin sex
appeal, sin actitud; Y un sábado de esos tontos  en los que improvisamos  una noche de chicas y nos vamos a bailar, muy recatada yo con mi nuevo pelo a lo Sandra Dee con un vestido requete-tapadito para ir a conjunto y zas…se acerca él, confiado y tranquilo y me da su  teléfono. Llámame me dice. Y yo…..Boom…el macizorro tremendo del pub me ha dado su número a mí?????? Que ha pasado? Madre mía, madre mía, madre mía…será que este pelo tiene algo? Será que el rollo modosita resulta sexy. No lo entiendo y obviamente no me aclaro.
Así que volviendo al hilo del principio, si yo con mi pelo corto no me siento sexy y si no me lo siento no se tener actitud ni desenvolverme pero incluso sin actitud resulta que el bombonazo de turno  sin mediar  palabra se fijó en mi…. ¿Dónde demonios radica el sex appeal?

Ese junto con mil más, son de esos misterios que me encantará descubrir mientras espero a que mi pelo crezca, y por si os llegara a interesar, aquel dilema que os contaba se resolvió, como sino……con flequillo.