Mi amiga María ha escrito un relato inspirándose en un artículo
de Isabelle Tessier que, casualmente leí hace poco; su titulo es “quiero estar
soltera pero contigo” y esas líneas junto con otra publicación de Judith Stacey
sobre la infidelidad como arma para salvar
el matrimonio han causado cierta controversia sobre los modelos
relacionales actuales.
Está la vertiente del te amaré toda la vida, a ti y sólo a
ti, del todo contigo y pareja mega feliz y está la otra vertiente de juntos
pero no revueltos, de parejas abiertas, nada de compromiso y de turismo sexual
y sentimental sin ataduras. ¿Y sabéis que pasa? Que no me creo ninguna de las
dos partes.
Quien diga que vive 100% en el modo uno, de amor sin fin y
que nunca ha deseado probar otras cosas o ha anhelado cierta libertad: MIENTE;
y quien promulgue las lindezas de una vida sin cierto compromiso, de juerga
eterna sin profundizar en una relación sentimental también MIENTE. Así que yo
sólo creo en una término medio que no está muy de moda pero que es lo único que
puede aportarnos equilibrio y en definitiva felicidad.
Que no nos engañemos, que yo no soy de las de felicidad
completa, yo nunca quedo satisfecha, siempre quiero lo que no tengo y cuando
entro en paz interior excesiva me aburro tipo acelga hervida pero cuando estoy
en ebullición mental me desoriento y pierdo el norte. ¿Y cómo consigue una en
una relación larga un globo que la eleve pero a la vez un ancla que la mantenga
en el suelo sin acabar partida en dos? Pues no consigo saber cómo, puesto que en
el cine la mayoría de mis historias favoritas se basan en el previo, en la
seducción y los contratiempos que tienen las parejas hasta que deciden o
consiguen iniciar una vida en común. Ahí se acaba la película. Y
paradójicamente para mí eso es lo fácil, la novedad, la aventura, las mariposas
en el estomago.
Para mí lo difícil viene después, el día a día, los
calcetines sucios en el suelo del baño, invadir su lado de la cama a diario y
la guerra de tirones por el dominio del edredón o del mando a distancia, el que
te vea en pijama de franela y el pelo enmarañado, los malosentendidos y las
punzadas bien entendidas. En definitiva, las lunas de miel se acaban y empiezan
las lunas a secas y la lunática rutina
de vivir en pareja y ahí es donde te planteas las teorías de los artículos en
cuestión.
¿Dónde ha quedado entonces esa complicidad tipo los “Puentes
de Madison” o “Memorias de África”? ¿Quedaron desterradas al cine o a una
relación rara y en extinción como la de mis padres?
Cuando entra en juego buscar un estado de bienestar a largo
plazo donde las mariposas están agotadas por la ineludible cotidianidad, ¿cómo
hacer para que vuelvan a revolotear o lo que sería más práctico,cómo conseguir
que nunca dejen de hacerlo?
Llegados a un punto de conocimiento mutuo profundísimo,
corremos el riesgo de entrar en una rutina del estilo “¿y para que perfumarme?
Si no lo va a notar “que puede resultar fatal. Cuando se nos olvida el beso de
buenas noches porqué tampoco es tan importante y ha perdido el significado o ya
no te hace ilusión porque se encuentra sepultada por el sueño, las
responsabilidades o el mama tengo pipi, está claro que es momento de actuar
porqué como leí en Asexora, que sigo con regularidad, los abrazos no se
explican, los besos no se piden, el sexo no se exige, el amor no se suplica y
la complicidad no se compra en el supermecado. Si lo tienes que estar
reclamando continuamente la cosa no funciona.
Y es que ¿tanto cambia el argumento desde el principio hasta
el durante? ¿Tal vez la otra persona siempre fue así pero nunca nos dimos
cuenta? ¿Queréis decir que Robert Downey Jr en “Sólo tú” se volverá soso y
desencantado después de 15 años de relación con Marisa Tomei?
¿Si Denys Finch Hatton no hubiera muerto en su avioneta,
hubiera dejado de enjuagarle dulcemente el pelo a Meryl streep durante sus
safaris en África los años posteriores?
¿Dejarán de jugar Kim Basinger y Mickey Rourke a sus juegos eróticos
cuando acuesten a sus hijos de 10 y 5 años por las noches?
¿No volverán a bailar jamás, Baby y Johnny Castle, el
incombustible “Cry to me” antes de hacer el amor cuando lleven 16 años juntos?
No le hubiera dicho Gerard
Butler a Hilary Swank que cuando despierta cada mañana lo primero que quiere
hacer es ver su rostro, si hubieran formado una familia numerosa y tuvieran
problemas para pagar la hipoteca?
¿Qué falla? ¿Nos volvemos insensibles con el tiempo?
¿Comodones emocionales?
Acaso la otra parte no sabe exactamente lo que me gusta, lo
que quiero oír, cómo deseo que me trate. Conoce sin duda, como diría Silvio la mirada
constante, la palabra precisa y la sonrisa perfecta…
¿¿¿¿¿Y????? ¿¿¿¿Qué
pasa???? ¿Por qué no me lo da? ¿Por qué no se lo doy? ¿Se cumple aquí el
prometer hasta meter y pasados 10 años de relación ya no queda nada de lo
prometido?
Y ni mucho menos lo digo a modo unidireccional. El síndrome
“te tengo muy visto” se suele dar a partes iguales, aunque cada uno lo
exteriorice (o no) a su manera. Pero venga, ¿Qué hacemos ahora? ¿Seguimos o nos separamos? Si cambiamos de
pareja, según mi teoría en 20 años ¿volveremos a estar igual?
¿Nos avocamos entonces a una vida como la del artículo de
Tessier en la que cada nueva y corta (no)relación es una bomba de adrenalina
pero nos perdemos una vida en común y la
preciosa oportunidad de formar una familia con hijos? ¿Optamos por la propuesta
de Stacey de echar alguna canita al aire de vez en cuando que aporte la dosis
extra de emoción que falta sin que eso incurra negativamente en la dinámica
familiar, según ella?
¿O seguimos con nuestro ritmo habitual mata mariposas y
compensarnos emocionalmente con la estabilidad y recurrimos al 7ª arte o la
literatura para vivir nuestros romances?
Cualquiera de las 3 opciones podría funcionar en un momento
dado pero como siendo que este relato no es autobiográfico en esencia pero a pesar
de ello mi relación, como todas, pasa por estas fases de vez en cuando, voy a
elegir precisamente la última opción. Y lo hago porque lo escribo yo y yo
mando. Elijo la tercera, pero a mi manera. Me basaré en el cine para resolver
el problema, en una de mis películas de cabecera “Antes del anochecer”, la
culminación de la trilogía de Richard Linklater donde se plasma a la perfección
todo sobre lo que os he hablado hoy.
Rutinas, desdén, reproches, ni fu ni fa, aburrimiento, el es
lo que hay, obligaciones, el día a día, el un día bueno, el hoy salimos y lo
pasamos genial pero mañana nos enfadamos porque yo me he levantado 2 veces a
calmar al niño y tu sólo una…..y en mitad de todo eso, de repente recordar qué
te enamoró de esa persona, volver a ver su esencia aunque este enterrada bajo
toneladas de gris, rescatar y alimentar
esas mariposas moribundas para una noche sin motivo, perfumarte y darle un beso
de buenos noches, y volver a crear de nuevo, sin quererlo, la MAGIA.