lunes, 2 de noviembre de 2015

Te tengo muy visto, baby

Mi amiga María ha escrito un relato inspirándose en un artículo de Isabelle Tessier que, casualmente leí hace poco; su titulo es “quiero estar soltera pero contigo” y esas líneas junto con otra publicación de Judith Stacey sobre la infidelidad como arma para salvar  el matrimonio han causado cierta controversia sobre los modelos relacionales actuales.
Está la vertiente del te amaré toda la vida, a ti y sólo a ti, del todo contigo y pareja mega feliz y está la otra vertiente de juntos pero no revueltos, de parejas abiertas, nada de compromiso y de turismo sexual y sentimental sin ataduras. ¿Y sabéis que pasa? Que no me creo ninguna de las dos partes.
Quien diga que vive 100% en el modo uno, de amor sin fin y que nunca ha deseado probar otras cosas o ha anhelado cierta libertad: MIENTE; y quien promulgue las lindezas de una vida sin cierto compromiso, de juerga eterna sin profundizar en una relación sentimental también MIENTE. Así que yo sólo creo en una término medio que no está muy de moda pero que es lo único que puede aportarnos equilibrio y en definitiva felicidad.
Que no nos engañemos, que yo no soy de las de felicidad completa, yo nunca quedo satisfecha, siempre quiero lo que no tengo y cuando entro en paz interior excesiva me aburro tipo acelga hervida pero cuando estoy en ebullición mental me desoriento y pierdo el norte. ¿Y cómo consigue una en una relación larga un globo que la eleve pero a la vez un ancla que la mantenga en el suelo sin acabar partida en dos? Pues no consigo saber cómo, puesto que en el cine la mayoría de mis historias favoritas se basan en el previo, en la seducción y los contratiempos que tienen las parejas hasta que deciden o consiguen iniciar una vida en común. Ahí se acaba la película. Y paradójicamente para mí eso es lo fácil, la novedad, la aventura, las mariposas en el estomago.
Para mí lo difícil viene después, el día a día, los calcetines sucios en el suelo del baño, invadir su lado de la cama a diario y la guerra de tirones por el dominio del edredón o del mando a distancia, el que te vea en pijama de franela y el pelo enmarañado, los malosentendidos y las punzadas bien entendidas. En definitiva, las lunas de miel se acaban y empiezan las lunas a secas y la  lunática rutina de vivir en pareja y ahí es donde te planteas las teorías de los artículos en cuestión.
¿Dónde ha quedado entonces esa complicidad tipo los “Puentes de Madison” o “Memorias de África”? ¿Quedaron desterradas al cine o a una relación rara y en extinción como la de mis padres?
Cuando entra en juego buscar un estado de bienestar a largo plazo donde las mariposas están agotadas por la ineludible cotidianidad, ¿cómo hacer para que vuelvan a revolotear o lo que sería más práctico,cómo conseguir que nunca dejen de hacerlo?
Llegados a un punto de conocimiento mutuo profundísimo, corremos el riesgo de entrar en una rutina del estilo “¿y para que perfumarme? Si no lo va a notar “que puede resultar fatal. Cuando se nos olvida el beso de buenas noches porqué tampoco es tan importante y ha perdido el significado o ya no te hace ilusión porque se encuentra sepultada por el sueño, las responsabilidades o el mama tengo pipi, está claro que es momento de actuar porqué como leí en Asexora, que sigo con regularidad, los abrazos no se explican, los besos no se piden, el sexo no se exige, el amor no se suplica y la complicidad no se compra en el supermecado. Si lo tienes que estar reclamando continuamente la cosa no funciona.
Y es que ¿tanto cambia el argumento desde el principio hasta el durante? ¿Tal vez la otra persona siempre fue así pero nunca nos dimos cuenta? ¿Queréis decir que Robert Downey Jr en “Sólo tú” se volverá soso y desencantado después de 15 años de relación con Marisa Tomei?
¿Si Denys Finch Hatton no hubiera muerto en su avioneta, hubiera dejado de enjuagarle dulcemente el pelo a Meryl streep durante sus safaris en África los años posteriores?
¿Dejarán de jugar Kim Basinger y Mickey Rourke a sus juegos eróticos cuando acuesten a sus hijos de 10 y 5 años por las noches?
¿No volverán a bailar jamás, Baby y Johnny Castle, el incombustible “Cry to me” antes de hacer el amor cuando lleven 16 años juntos?
No le hubiera dicho  Gerard Butler a Hilary Swank que cuando despierta cada mañana lo primero que quiere hacer es ver su rostro, si hubieran formado una familia numerosa y tuvieran problemas para pagar la hipoteca?
¿Qué falla? ¿Nos volvemos insensibles con el tiempo? ¿Comodones emocionales?
Acaso la otra parte no sabe exactamente lo que me gusta, lo que quiero oír, cómo deseo que me trate. Conoce sin duda, como diría Silvio la mirada constante, la palabra precisa y la sonrisa perfecta…
¿¿¿¿¿Y?????  ¿¿¿¿Qué pasa???? ¿Por qué no me lo da? ¿Por qué no se lo doy? ¿Se cumple aquí el prometer hasta meter y pasados 10 años de relación ya no queda nada de lo prometido?
Y ni mucho menos lo digo a modo unidireccional. El síndrome “te tengo muy visto” se suele dar a partes iguales, aunque cada uno lo exteriorice (o no) a su manera. Pero venga, ¿Qué hacemos ahora?  ¿Seguimos o nos separamos? Si cambiamos de pareja, según mi teoría en 20 años ¿volveremos a estar igual?
¿Nos avocamos entonces a una vida como la del artículo de Tessier en la que cada nueva y corta (no)relación es una bomba de adrenalina pero nos perdemos  una vida en común y la preciosa oportunidad de formar una familia con hijos? ¿Optamos por la propuesta de Stacey de echar alguna canita al aire de vez en cuando que aporte la dosis extra de emoción que falta sin que eso incurra negativamente en la dinámica familiar, según ella?
¿O seguimos con nuestro ritmo habitual mata mariposas y compensarnos emocionalmente con la estabilidad y recurrimos al 7ª arte o la literatura para vivir nuestros romances?
Cualquiera de las 3 opciones podría funcionar en un momento dado pero como siendo que este relato no es autobiográfico en esencia pero a pesar de ello mi relación, como todas, pasa por estas fases de vez en cuando, voy a elegir precisamente la última opción. Y lo hago porque lo escribo yo y yo mando. Elijo la tercera, pero a mi manera. Me basaré en el cine para resolver el problema, en una de mis películas de cabecera “Antes del anochecer”, la culminación de la trilogía de Richard Linklater donde se plasma a la perfección todo sobre lo que os he hablado hoy.

Rutinas, desdén, reproches, ni fu ni fa, aburrimiento, el es lo que hay, obligaciones, el día a día, el un día bueno, el hoy salimos y lo pasamos genial pero mañana nos enfadamos porque yo me he levantado 2 veces a calmar al niño y tu sólo una…..y en mitad de todo eso, de repente recordar qué te enamoró de esa persona, volver a ver su esencia aunque este enterrada bajo toneladas de gris,  rescatar y alimentar esas mariposas moribundas para una noche sin motivo, perfumarte y darle un beso de buenos noches, y volver a crear de nuevo, sin quererlo, la MAGIA.

Víctor o Victoria

Ayer tuve sesión en mi trabajo: una revisión sobre sexualidad humana. El psicólogo que nos impartió la charla hablaba de modernísimas tendencias multidireccionales sobre sentirnos del género que se quiera sin importar la biología genética, a la vez que nos compartía la posibilidad de dirigir nuestra atracción hacia un género concreto, el opuesto, los dos a la vez, ninguno o de cambiar nuestras preferencias  a nuestro antojo.
Ante tal perorata yo me posicioné en la variante de la incredulidad teniendo en cuenta que toda esta clase magistral estaba basada en las teorías de Freud, Aristóteles y Laplace, que postularon sus ideas hace bastantes años ya, así que tanta modernidad en su época no me disgusta pero no me cuadra, porque o ellos eran unos visionarios o se ruborizarían al comprobar que en la sociedad actual vamos todos un poco a barullo en tema de relaciones interpersonales. Así que dejémonos de fases orales o fálicas que no las entiendo para nada ni les veo practicidad alguna en la vida cotidiana y vamos a mis elucubraciones sobre tendencias homosexuales. Deseo fervientemente que nadie se sienta ofendido puesto que mi exposición básicamente puede parecer simple y superficial pero ya sabéis que esas son cualidades que suelen caracterizarme así que no os lo toméis por el mal sentido.
Y bien, las personas que se sienten atraídas por personas de su mismo  sexo, a mi entender, buscarían parejas con las características propias de ese sexo muy acentuadas, ¿no? No entiendo porqué precisamente dichas parejas suelen tener rasgos del sexo opuesto al que son, por el que teóricamente no sienten atracción física y de igual modo me cuesta entender la atracción ejercida por la vertiente del travestismo, es decir, si yo fuera lesbiana me buscaría una pareja, mujer, lo más femenina posible porque el tema de tener como pareja sexual a un pseudo hombre con vagina o en caso de travestismo una mujer pero con pene no creo que fuera lo que más satisfacción me trajera en el ámbito de atracción visual pura y dura. No estoy hablando de fea ni guapa, ni de si es nuestro tipo o todo lo contrario. Únicamente me planteo la duda en términos calificativos de género.
Basándome en ese hecho a esta lesbiana imaginaria en cuestión, ¿lo que le atrae que es, los rasgos femeninos internos o los rasgos masculinos que muestra externamente su pareja siendo ésta una mujer?
Después de divagar durante varios años y de algunas conversaciones al respecto por fin lo he entendido. Ha venido la luz a mi simple mente. Lo que enamora a una persona de otra no es obviamente ni su vagina, ni su pene, ni sus tetas, ni su masculinidad o su feminidad, es simplemente su PERSONA. Y para ser exactos lo que a mi verdaderamente me engancha de las personas es su actitud y de cómo exterioriza y comparte con el mundo todo eso que su alma y su mente tienen para ofrecerme, sin importar cómo  sea el envoltorio.
Ahora entiendo  que se pueda sentir fascinación por un hombre o por una mujer indistintamente al género en el que hayas nacido (aclarando que me refiero al terreno sexual, ya que en otros terrenos yo me siento fascinada diariamente por un montón de mujeres y muy de vez en cuando por algún hombre destacado…;)
Me interesa  bien poco por qué genero se sienta atraída fulanita de tal ni con que genero comparta la vida menganito. Como madre os diré que si mi hijo o hija en un futuro deciden compartir su vida con un hombre o con una mujer poco me importará. Ponga lo que ponga en el diccionario, los términos alma, amor y persona no llevan su género grapado en la frente, así que amad chicos y chicas, a esa persona elegida. Amad con pasión y sed bien amados, que lo que opinen los demás, como dice la canción, está de más.