viernes, 24 de noviembre de 2017

Treintaytodos

Viajo hacia espacios soñados donde vivir, reír y soñar. Gozando en ellos de la soledad y la compañía, de su luz, colores y olores: el olor de la madera, de los libros, del café en la mesa del salón, sintiendo la calidez del cojín, el confort del sofá. Viajo a espacios habitándolos, ocupándolos y percibiendo su interior, una caja de sorpresas llena de sensaciones, sueños e ilusiones...
Le copio a Laia ( http://laiavilaro.com/ ) estas palabras, porqué en el momento en que las leí me hicieron cerrar los ojos y transportarme a todos esos lugares que son suyos, pero que hice míos por un instante y de repente me entraron muchas ganas de escribir una carta. Una carta como nunca había escrito antes. Una carta a mí misma, a la Cristina de 1988 cuando apenas tenía 10 años.
Querida Cristina, Cristineta, Cristi.
Permíteme a mí, que te llame Cris, porque sé que es el único modo en como verdaderamente te identificas.
No te haces una idea de lo importantes que serán estas palabras para ti viniendo justamente de ti misma. Mi tierna y dulce Cris de 10 años, te recuerdo tal cual eres, risueña y parlanchina, la súper Cristi como te llaman tus padres en esta nueva década que inicias justo hoy. Me hace mucha ilusión escribirte estas líneas y la idea se me antojó espectacular cuando germinó en mi mente y la visualicé como algo fantástico y mágico, pero paradójicamente, ahora frente al teclado, no sé bien qué decirte. No quiero avanzarte nada más que lo indispensable, no te voy a fastidiar la intriga, la novedad ni las sorpresas. Sé cómo te gustan. Y sé que te seguirán gustando a los 39...;)
Empezaré por el principio, sigue siendo tal como eres en tu infancia. Te gustará haber sido una niña correcta, de buen comportamiento y notas sobresalientes, que no dice mentiras y obedece siempre. Deberías intentar ser menos pija y un poco menos repelentilla en ciertos momentos, pero vaya, lo estás haciendo bien y estás adquiriendo buenos valores. Sigue así. Tal vez pueda sonar muy a tópico si te digo que hagas caso a lo que te dicen tus padres de aquí a unos añitos, así que no lo haré y te dejaré a tu libre albedrio en la etapa rebelde que pasarás durante tu adolescencia en la que, ciertamente, dudarás de su visión de la vida (pero no puedo evitar avisarte en esto: escucha a tu padre en lo que respecta a vivir, él tiene la verdadera clave. Yo no seguí su consejo en mi momento y seguramente si lo hubiera hecho mi vida en lugar de 10 hubiera sido de 100). Como sé que a partir de cierto momento no serás fan de hacer caso a los adultos, te invito a que me hagas caso a mí, que te conozco muy bien y a pesar de mis treintaytodos, no me siento todavía adulta la mayoría del tiempo. A mí no puedes engañarme porque aun a día de hoy recuerdo y por tanto sé, como te sientes en el momento que estás viviendo. Sé de tus anhelos y de tus miedos y conozco tus ilusiones y también tus decepciones. Tengo la suerte de llevarte una ventaja de 29 años y eso, mi vida, confiere una sabiduría descomunal, no por ser más mayor ni por ser más lista que tú, sino por haber vivido a través de tus propios ojos y haber sentido literalmente, desde tu corazón. No tienes secretos para mí y eso tanto tú como yo, sabemos que nos gusta. Es cierto, nos gusta que nos conozcan, somos como un libro abierto que a menudo arranca sus hojas y las lanza al viento sólo para ver hasta dónde pueden llegar.
Te vaticino una vida muy feliz y en verdad muy cómoda. Disfruta mucho de los que das por sentado que siempre van a estar ahí. Un día se irán irremediablemente y obviamente nadie podrá hacer nada para que se queden más tiempo. Abrázalos, bésalos y quiérelos mucho. Exprime cada gota de cariño y guárdatela muy dentro, junto a vuestros momentos en común porque habrá instantes que los necesitarás sentir cerca y te aseguro que gracias a todos esos recuerdos almacenados, lo estarán. Y no voy a engañarte, los echarás de menos cada día del mundo, pero te sentirás reconfortada al pensarlos y a menudo seguirás sintiendo esas cosquillitas de cuando ella te hacía una trenza sentada en la sillita del balcón. Al terminar de leer esta carta, ves corriendo y pídele que te haga una de mi parte. Tú ya sabes quién es.
Pasarás tus montañas rusas físicas y emocionales y sólo te incito a que recuerdes precisamente eso, montaña rusa, a veces arriba, a veces abajo. Ese va a ser el ritmo de tus emociones y así es como realmente aprenderás a disfrutar de tus días, con veces de infarto a velocidad de vértigo, con épocas en remanso y calma, con momentos de subir hasta el infinito y otros de sentir que te estampas contra el suelo. No te estamparás, te lo aseguro, pero tal vez es necesario conocer el tacto del suelo en algún momento, para saber dónde no hay que volver a caer. Serás una buscadora incesante de tu felicidad que te va a conllevar un gasto de adrenalina brutal, eres una yonqui de nuevas experiencias y una defensora a ultranza de estrenar nuevos sentimientos a pesar de la edad, de la situación, y del ya no toca. Tu mismo espíritu de ahora, mientras juegas con tu barbie patinadora y pones una pegatina más en tu armario de mil puertas, se ha mantenido intacto aun hoy, casi 30 años después. Reconozco en ti, mi ingenuidad, mi ilusión y mi inocencia, son innatas en nosotras; pero no creas que no vas a cambiar, sí mi niña, a veces dejarás de lado estas cualidades a propósito. Nunca serás mala de corazón porque no te surge, no eres así, pero te darás cuenta que no puedes ser 100% bondad, 100% blanco o 100% negro, por lo menos no en este mundo, así que cometerás errores, harás cosas mal hechas y harás daño, sin querer sin duda, pero te sentirás mal a pesar de haberlo hecho sin mala intención. Con esto te darás cuenta que eres humana y los humanos tienen cualidades buenas y también malas y en el fondo te reconfortará aprender a aceptar tus turbiedades mentales, puesto que necesitas conocerte a ti misma y mostrarte tal cuál eres de verdad, sin artificios ni normas morales o sociales. Aprende a reconocer todo eso en ti, y no te canses de intentar mejorarlo.
Con tu semi madurez, tu mente cambiará muchísimo, abrirás tu mirada a nuevos mundos (aunque lo descubrirás un poco tarde para mi gusto), donde para ti ya no habrán prejuicios, no consentirás que nadie ponga fronteras a tus sueños y lucharás todavía más fuerte para no ponértelas tu misma. Descubrirás precisamente que tú eres tu principal detractora, la que te hace las críticas más duras y también las que más duelen y no soportarás el levantarte ni un sólo día sin un proyecto en mente, cosa que por contrapartida te resultará agotador en ciertos momentos.
Llegará un tiempo en que por fin, decidirás desaprender todo lo aprendido y establecer nuevas normas en tu vida y en tu modo de relacionarte que te harán replantear el concepto de todas las palabras conocidas y las redefinirás y les darás la vuelta para conseguir  verlas desde puntos de vista que no sabías ni que existían. Hazlo, no tengas miedo, este cambio te aportará bienestar mental porque hará que te sientas libre y sincera, con los demás y también contigo misma. No pongas limite a tus inquietudes, alguien dijo alguna vez que si puedes imaginarlo es que puedes hacerlo y tu mi niña, eres única imaginando nuevos mundos que descubrir. Ese será un importantísimo punto de inflexión en tu vida, puesto que si funciona, cosa que desconozco todavía, puede ser la diferencia entre construir y deconstruir. Por ese camino tienes junto a ti, construyendo, a un inmejorable compañero de viaje, que en la medida de lo que puede, sigue tu ritmo mental (y eso, créeme, es verdaderamente complicado teniendo en cuenta a la velocidad en que se mueven tus impulsos). Has descubierto en él a un padre excepcional y a un amigo verdadero que lucha junto a ti para que vuestro barco no se hunda. La clave es sencilla en la teoría pero difícil en la práctica y más si le sumas años y responsabilidades; debéis remar juntos y sólo así conseguiréis ganar la batalla con ese desaprendizaje de ideas que estrenáis, para conseguir convertir ese velerito con el que empezasteis en un acorazado. Así que hazlo, inténtalo con fuerza, con toda tu alma, pero eso tú ya lo sabes porque cuando tú y yo queremos algo, lo queremos con todas las células de nuestro cuerpo. Podríamos no comer, no dormir, no hacer nada más que no fuera nuestro objetivo. Lo sabemos, o lo sé yo y lo sabrás más adelante, así que no intentes luchar contra eso porque es una batalla perdida. Tu fortaleza radica en la pasión de tus convicciones. No lo pierdas o nos perderemos a nosotras mismas.
Te enfadarás mucho, muchísimo. Con mucha gente pero más contigo misma. No tienes un carácter fácil, eres vehemente, pasional y gruñona; y a pesar de lo que diga la gente, a ti esa efusividad no te desagradará. Hoy mismo me han llamado torbellino y aunque creo que era a modo de crítica yo lo he tomado como halago. Salta, brinca, corre y escala, ríete, emociónate, llora y patalea, no olvides que el agua estancada se pudre, así que prepárate, déjate fluir y acéptame un consejo: come un poco más sano, haz más deporte, lee más, que este torbellino te tiene preparadas muchas ideas locas que te fascinarán desde el segundo cero. Lo sé, confía en mí.
Habrá épocas en las que te aislarás, se difuminará tu esencia y no te sentirás tú misma. Lo harás por razones que ahora mismo no podrías llegar a entender y no nos engañemos, en su momento, seguramente tampoco. Que no te esclavice ese sentimiento, todas las almas necesitan momentos de introspección y descanso y tú no vas a ser la excepción. Volverás a resurgir, volverás a ser tú. La misma Cris que lee esto ahora, que es en esencia, la Cris verdadera.
No conseguirás para nada esa perfección que tanto ansías, serás delgada pero nunca te lo verás lo suficiente, serás bonita según algunos puntos de vista pero siempre destacarás tus imperfecciones físicas, tal vez te consideren inteligente pero tú nunca te sentirás lista ni ágil mental, no conseguirás sentirte experta en nada ni especial en mucho, así que, ¿Qué decirte?, que si escribiera un diario hoy mismo, se repetirían los mismos alegatos que escribiste tu anoche, en la galería de tu habitación, en tu refugio Canadiense querido. Pero calla, que Canadá no ha llegado todavía a tu vida. Sigue pues en tu altillo de cuento de hadas que, allí es donde todavía se están forjando en ti, muchos de nuestros futuros sueños.
De amor no te voy a adelantar nada, sólo decirte que amarás mucho, con locura y hasta el infinito y lo repetirás cada noche a dos personitas que te cambiarán la vida y darán contexto al amor más puro y verdadero que vayas a conocer nunca. Por esas personitas serías capaz de morir y de matar y con ellas descubrirás tu propio reflejo en la visión de tu madre y con ello te harás consciente por primera vez en toda su magnitud real, de su amor hacía ti. Del amor sentimental, del de las pelis, tendríamos mucho que hablar, debatir y desmitificar pero no voy a decirte nada porqué sé que es un sentimiento que te maravilla, es lo que te mueve realmente y vas a vivir enamorada del amor por el resto de tus días. No hay modo de cambiarlo. Somos así y no consientas que nadie te haga creer que lo que pasa en las pelis es todo mentira. Para nosotras no lo es, por lo menos, no todo, así que punto y aparte.
Los 39 los estrenas envueltos en todo ese halo de cambios de mentalidad que ya te he contado, que se basan principalmente en un nuevo proyecto laboral pero que en el fondo engloba todo una nueva visión de la vida y de la forma en que la percibirás y la decidirás vivir. Así que a día de hoy estás metida en la cosa más complicada que vayas a emprender nunca, y no te hablo de casarte, tener hijos, encontrar un trabajo estable o intentar ser feliz con todo eso (que, sinceramente, a ratos también se te hará complicado por la constancia que requiere, y sabes que de constancia tú y yo, vamos faltas), te hablo de este otro proyecto personal, algo muy grande que se ha ido formando en ti a través de los años y que nunca te habías permitido llevar a cabo. Te llamarán loca, irracional y hasta irresponsable y siendo realista, justamente hoy por la tarde he sido consciente que no lo vamos a conseguir, mi niña, siento mucho decepcionar tus sueños, pero lo intentaremos con todas nuestras fuerzas, no lo dudes y tal vez consigamos quedarnos a tres cuartos del trayecto, que ya va a ser un logro muy, pero que muy interesante. Sabes que nuestra felicidad no suele recaer en el final del camino sino en el gusto por recorrerlo. Las necesidades físicas, mentales, económicas y logísticas que son requisito indispensable para su consecución, harán que superes límites, miedos y prejuicios y sólo por eso nuestro esfuerzo será bien merecido.
Con este proyecto y siempre, en general, vas a creer que no sigues una línea argumental lógica, a menudo vas al revés del mundo, como a destiempo, y a partir de cierta edad el “ya no toca” resonará demasiado en tu mente, pero Cris, pasa de todo, de verdad, no le hagas ni caso a ese sentimiento porque para ti resulta muy dañino y te crea una claustrofobia que mal gestionada  puede serte desastrosa. SI puedes y SI toca. Así que cose un cuadradito más a esa manta de Patchwork imaginaria que conforma todo tu ser. Eres así, un conjunto de infinidad de cuadritos de tela, todos muy diferentes entre sí, con ninguna característica común pero que unidos, con cariño, quedan estupendos y forman a alguien a quien espero quisieras conocer. Tú a mí me gustas mucho y sólo espero que a ti te guste ver en quien te has convertido, así que te dejo con una frase que justamente hoy nos ha mandado la mama, que nos conoce mejor que nadie: No dejes nunca de soñar, porque sólo quien sueña aprende a volar. Como punto y final y tal vez más a modo de disculpa ante todas las gamberradas que te tengo preparadas te digo que, cumplir años es obligatorio, lo de madurar es opcional. Me vas a entender muy pronto, te lo aseguro.
Desde mis nuevos 39, muchas felicidades por tus nuevos 10.
Con amor infinito para Cris,
Firmado: Cris.





martes, 17 de octubre de 2017

Disociando

Me han robado el otoño y estoy enfadadísima por ello.
No me sirve tener un verano más largo o un invierno más corto, no me sirve tener un entretiempo plácido y cómodo. Tampoco poder escaquearme de hacer el cambio de armario (que en mi caso me encanta). Está estipulado que exista primavera, verano, otoño e invierno y así lo quiero yo. Y el motivo no es por el que esté estipulado, sino porque lo quiero todo.
Si señoras y señores, yo lo quiero todo.
Nunca he conseguido prescindir de una emoción que me guste ni sacrificar una experiencia que me motiva porque no sea lo que toca, o porque no se puede. ¿No se puede? ¿No toca? Esas palabras las borré hace días de mi diccionario. Y entiendo que este concepto de quererlo todo puede sonar egoísta, infantil y caprichoso, pero así es. Nunca dije que no fuera nada de eso.
A mis hijos les inculco cada día que no podemos tener todo lo que queremos en el preciso instante en que lo queremos. Y se lo inculco con verdadera convicción pero más como modo de autogestión mental de la frustración posterior a la no consecución y no como premisa previa ni como limitación de sus sueños o metas. Es decir, creo que uno de mis mayores logros como madre será proveerlos de todo lo necesario (actitudinalmente hablando) para que miren muy lejos en sus deseos. Seré  la primera en coserles unas  alas para que vuelen todo lo alto que puedan sin por ello descuidar una buena base de seguridad para que si algún día caen (que lo harán), lo hagan sobre una colchoneta mullida y bien elástica, para que una vez gestionado su desengaño, reboten y despeguen de nuevo.
Y eso mismo me lo aplico a mi misma diariamente. O por lo menos lo intento no  estando dispuesta a privarme de lo que para mí es importante, inquietante o causante de sonrisas. Como he dicho en más de una ocasión no me resigno a dejar de sentir nuevas sensaciones por el simple motivo de tener treinta y muchos y de haber adquirido teóricamente una vida estable en el ámbito de lo laboral, lo familiar y lo emocional. ¿Pero qué pasa cuando la vida no está de acuerdo conmigo? ¿Qué pasa cuando no tengo todo lo que deseo? No soy de las que se recrea en su desgracia y pasadas las 4 primeras lágrimas y la mala leche inicial busco mi plan B, y si no sale llego hasta el plan Z. Ahí creo que radica la base de  un nuevo concepto que descubrí hace poco, durante una noche de insomnio: la disociación cognitiva.
El término como tal no lo había escuchado nunca y cuando busqué su significado me sorprendí porqué me di cuenta que soy un crack en la materia de disociar y ni lo sabía; pero empecemos por el principio, ¿qué es la disociación cognitiva?
Es la incomodidad que percibimos cuando mantenemos dos ideas incompatibles entre sí, o cuando nuestras creencias no están en armonía con lo que hacemos, por lo que nos esforzamos en generar ideas y creencias nuevas que encajen entre sí de manera que nos resulten coherentes. Construimos nuestra propia realidad con la intención de reducir ese malestar.
Visto así parece un poco lio y demasiado metafísico para mi practicidad mental cotidiana, así que os pondré un ejemplo.
Yo estoy entre A y B y decido que quiero A. Y lo quiero mucho, muchísimo, pero por circunstancias de la vida al final sólo puedo tener B, y paso por un periodo de frustración por no haber podido conseguir A, pero enseguidita empiezo a decirme a mi misma que B en realidad era lo que más me convenía, mejor, más adecuado, más bonito y ideal para mí. Vamos que A tampoco era tan perfecto como yo creía y que B no tienen nada que envidiarle.
¿Y qué pasa entonces? Pues que me encandilo de B y vivo feliz de nuevo.
Pues esto es lo que yo entiendo por disociación cognitiva. Algunos le llaman auto engaño, otros ver la parte positiva, yo a menudo lo llamo supervivencia; y es que a mí lo de engañarme a mi misma no me ha gustado nunca pero  es cierto que tengo una capacidad brutal para cambiar mis apreciaciones sobre un punto u otro según lo que me convenga. Si quiero querer algo, lo acabo queriendo. Si me tiene que gustar algo me acaba gustando.
Eso no sé si lo definiría como una buena cualidad o mala, la verdad. No lo tengo claro. A mí me funciona para aceptar las cosas menos deseadas que me da la vida.

¿Es lícito entonces disociar cognitivamente? Quiero decir que podría entenderse como conformarse con un segundo plato y descalificar el primero para que este segundo sea más apetecible. ¿Pero y qué más da? Si el primer plato no lo puedo tener de ningún modo, ¿por qué no cogerle gusto a ese que si puedo tener? Al fin y al cabo yo lo veo más que como un auto engaño o una resignación, como un pues voy a disfrutar lo que se me ha concedido; que si se me ha concedido por algo será. Y voy a seguir empapándome del “si la vida te da limones, aprende a hacer limonada” porque en un mundo donde no podemos detener la lluvia, sólo tenemos dos opciones, esperar a que pase la tormenta o bailar debajo de ella.
Quien bien me conoce, sin duda sabrá que mi opción, siempre, es bailar.






lunes, 25 de septiembre de 2017

Ordenando el orden

Volviendo a casa la otra noche un avión cruzó el cielo y mi hijo de 6 años pensando que era una estrella fugaz quiso formular un deseo.
¡Quiero un disfraz de tigre!
Jontxiki, los deseos de estrellas fugaces deberían ser de algo no material, algo importante, profundo como por ejemplo la paz en el mundo, la felicidad, salud etc.
Ahhh vale mama, pues entonces deseo…. ¡Deseo que nuestra casa esté siempre tan ordenada como la de mi amigo Jan!
Muy bien cariño, exclamé yo – ¿de qué talla querías tu disfraz?
Madre mía, madre mía, madre mía, semejante patada a mi ego de mami me propinó ese día Jon con aquel comentario. ¿Creéis posible ser a la vez súper organizada y súper desordenada? Si, es posible y yo soy la prueba viviente. Soy la persona más organizada del mundo. Tengo plannings para todo. Una planilla para los menús, otra rotatoria para las meriendas, una cajonera donde cada domingo preparamos la ropa de mis hijos para cada día de la semana, un lugar para guardar las mochilas de extraescolares ya preparadas, y así hasta el infinito.
Mis cajones están absolutamente ordenados, tengo un sitio para cada cosa y cada cosa está en su sitio. Mis cajones, mis armarios, el interior de los muebles de la cocina. Todos los interiores de mi casa están ordenados y estoy orgullosa de ello. Me gusta ser así. A pesar de todo esto, mi casa está siempre hecha un desastre. No consigo que esté despejada  y lo grave es que no puedo echarle la culpa sólo a los niños. Yo misma soy la principal generadora de desorden y curiosamente no sé cómo lo hago, pero oye, yo que siempre me quejo  que no soy experta en nada y que todo lo hago con cierta mediocridad, mira, para desordenar, me pongo un 10.
A menudo pienso si este desorden físico no es más que una exteriorización de mi desorden vital, de mis divagaciones mentales plasmadas en caos material, otras veces pienso que simplemente es que soy vaga.
Y es que a mí me gusta hacer el zafarrancho a lo grande y los pequeños ordenamientos del día a día, que son los que realmente mantienen el orden, me dan una pereza brutal.
Sabéis que yo soy absolutista en todo, así que esto no iba a ser una excepción, si se limpia se limpia; yo para colocar una gomita del pelo en su sitio no me muevo. Me moveré cuando haya 5 gomitas que colocar. Y ese, claramente es el error.
Una alumna que tuve me contó la teoría del con 5 minutos no me da tiempo a hacer nada, por lo que hasta que no disponga de más tiempo no me muevo. Esa teoría concretamente que no debemos seguir.
Yo soy de las de para 10 minutos que tengo me pongo a escribir o a bailar una canción pero nunca recoger y lo de limpiar lo dejo para cuando tenga más tiempo porque con este rato no me da para nada; pero sí me da, sí, me da para recoger las mantas del sofá, poner el lavavajillas o hacer la cama mientras bailo esa canción.
Últimamente, durante el largo tiempo de 2 semanas ya, estoy consiguiendo lo inconseguible, algo que nunca había hecho en toda mi vida. Algo tan inverosímil para mí como marchar de casa a las 8 de la mañana con todo el piso recogido, las camas hechas, la cocina limpia, y el comedor sin cosas por en medio. Me queda un pequeño reducto de rebeldes: la ropa sacada del tendedero para doblar y planchar. Esa no consigo que desaparezca de mi vista, no encuentro un lugar donde esconderla mientras le llega el turno a ser doblada y guardada y el problema es que cuando ha tenido un escondite adjudicado, está tan escondida que se me olvida y se queda allí impertérrita.
Por todo lo demás estoy muy orgullosa de mi misma y lo mejor del caso es que mis hijos siguen el ejemplo. Porqué claramente ese comentario fue un detonante en mí, un punto y final. Y es que una cosa es lo que yo piense, lo que yo me auto juzgue o lo que me digan los demás y otra muy diferente es la opinión de mis pequeñajos. Esa es la que me cala más hondo. Así que me puse manos a la obra; antes del verano dormían los dos juntos en una habitación, y la otra estaba destinada a los juguetes. El dormitorio se mantenía visible pero la otra  se convirtió en la habitación del pánico, literalmente. Todo iba a parar allí, juguetes, ropa, bolsas, todo. Insostenible el tremendo malestar que me provocaba  ver esa estancia de tal forma. Así que organicé una reunión familiar y acordamos que cada niño tendría su habitación, con su cama, armario, despacho y zona de juguetes; vamos lo que comúnmente hay en las habitaciones. Y si señores, a pesar de las reticencias iniciales de algún miembro de la familia que no desvelaré, pero que no eran ni los niños ni yo (pueden hacer sus apuestas), he ganado la batalla al desorden. Las nuevas habitaciones de niños grandes están muy, pero que muy visibles y eso crea una reacción en cadena de mantenimiento. Cuánto durará es uno de los grandes misterios del universo, tal vez haya conseguido crear un hábito y dure para siempre o tal vez sólo unos meses más y me toque buscar alternativas.

Sea como sea, espero que nunca más, mis peques desaprovechen un deseo en algo tan banal, tan cotidiano y tan material. Ahora que con estos ajustes estamos preparados para nuevos deseos, aquí me quedo pues, mirando al cielo, anhelando, desde ya, mi siguiente estrella fugaz.

miércoles, 23 de agosto de 2017

Perfecta imperfección

Ante mi insistencia de que aquella brújula me la había tatuado para no perder nunca el norte y tras debatir si en verdad el norte estaba hacia donde marcaba mi flecha, a modo de conclusión recalqué satisfecha: - Vamos, que de hecho, no he perdido nunca el norte. A lo que me contestó: - No te equivoques, no es que no lo hayas perdido, es que no lo has encontrado todavía.
Tremendísima afirmación, de las de buffff con 1000 efes. Tocada y hundida, a la vez que maravillada por ese gran poder para leer en mi interior. Inusual sentimiento de agitación máxima combinado con alivio instantáneo que me hizo pensar, como me hacen pensar casi todas las cosas que se dicen apenas sin querer, y que son a menudo las que declaran las verdades más absolutas.
¿Y si no consigo nunca localizar el norte? ¿No sería lícito vivir en el sur, el este o el oeste? ¿Está obligatoriamente mi felicidad en esa gélida dirección? Todo lo que me atrae suele estar ahí, mis viajes, mis anhelos, mi calidez invernal, mis preferencias siempre se localizan en el norte geográfico pero no lo tengo tan claro en el terreno emocional, vaya, no lo tengo claro es decir poco, sinceramente no tengo ni la menor idea de si ese lugar irreal sería la respuesta a todas mis dudas.
Siempre he creído que mi felicidad recae en todo lo que hago precisamente para encontrar ese ansiado norte, sin darme cuenta que ni lo he perdido, ni lo he encontrado, ni lo encontraré. Mi norte es una veleta que cambia al compás de mis arritmias, que gira de un lado al otro al ritmo de un viento revoltoso, como la marea que a veces sube y otras baja o como un volcán dormido que de repente entra en erupción.
¿Y si decido que no quiero vivir en un punto estático, que quiero ser (como en verdad me siento por dentro) una nómada emocional, en constante cambio, en un caos mental absoluto?
¿Me van a llevar a un psiquiátrico (no lo diré muy alto) por necesitar reinventarme cada cierto tiempo? ¿Qué me falta que no soy capaz de mantenerme quieta? Mis padres hace muchos años  pronosticaron que yo  tenía una especie de vacío virtual dentro de mí y por eso andaba siempre buscando nuevas experiencias y retos con que llenarlo, y hoy, a mis 38 años no he conseguido todavía delimitar ese vacío, conocerlo y hacerme su amiga. Y por causalidades de la vida (que no casualidades)en mitad de este vacío que dicen que tengo, pero que yo no siento, visito hoy la obra de Duane Michals y me impacta hasta muy hondo. Su declaración sobre René Magritte me ha apasionado; según Michals, René  le liberó de las trabas de la lógica.... (nota mental: interesarme por este tal Magritte)
Qué grandeza esconden esas palabras, tan fáciles de pronunciar y tan complicadas de poner en práctica y qué bienaventurado, Michals, si realmente es conocedor de esta extrañísima y fabulosa habilidad. De momento en mí ha provocado gran variedad de sentimientos hasta tal punto que mi tarde de sólo yo se ha convertido en una terapia de silencio absoluto, introspección  autocritica , de paseo sin prisas, reparándome desde bien adentro igual que me reparó aquel día, sin quererlo, aquel “no lo has encontrado todavía”.
Porque, ¿sabéis qué pasa? Que perder se me antoja infinitamente peor (en este caso y no siempre) que no haber encontrado todavía; siendo la palabra clave, el todavía. Y no porque ansíe encontrar algo sino porque ese término denota movimiento, acción y lleva implícito un ajetreo, de esos que a mí, me dan la vida.
Ahondando un poco más en otra de sus secuencias, Michals refleja la condición humana como una nebulosa de estrellas vagando por el firmamento. Y así me siento yo a veces, y lo digo desde el mejor y buenísimo de los sentidos; por fuera tengo una forma compacta (a pesar de algún michelín que otro) pero por dentro estoy hecha de polvo de estrellas, de infinitas microparticulas. Y por más que sea preciosa esta definición de polvo de estrellas y blablablá, ahí es donde radica (o no) el problema, que cada una de ellas van en una dirección. En algunos momentos eso se traduce en caos, en otros en belleza. Para algunas personas eso significa locura, para otras, tal vez perfección.
Constatareis que mi discurso no conduce a nada, no lleva a ninguna conclusión metafísica efectiva, no hay moraleja, no existe fin de la historia y lo curioso del caso es que tampoco e
mpecé a escribirlo con ese fin. No creo que exista una solución y tampoco la busco.
Así que sin más, voy a poner aquí mi punto y seguido.

Me bajo de la disertación, me cobijo en la búsqueda de mi no encontrado norte regodeándome en mis inquietudes y disfrutando de mi caos. Aquí me quedo, sumida en mi magnifica y perfecta imperfección.

viernes, 2 de junio de 2017

Digámonos cosas bonitas...

Hoy me he levantado con la noticia del fallecimiento de Carles Capdevila. Periodista muy del estilo que a mí me gusta que siempre me hacía reflexionar con sus artículos. Uno de estos artículos, que me ha pasado mi amigo patrullero Altés, habla precisamente de un tema en el que llevo pensando un tiempo. Su título es  “Digámonos cosas bonitas”, y aunque no habla literalmente del tema sobre el que yo me auto debatía, creo que plasma en su título el concepto exacto del que quiero hablar. La noticia de la muerte de Carles me ha tocado bastante adentro, así que parece ser que ha sido el triste empujón que me faltaba para terminar mi columna y reafirmar mis ideas en este tema.
En el inicio de mi  auto coloquio mental, yo me preguntaba sobre la verdadera esencia del amor. Pero desde un sentido universal, no tanto un amor romántico sino un amor global, a las personas en general. Y caí en la cuenta que una buena manera de demostrar el amor era realizar algo bueno por otra persona. Ese algo tenía que ser factible, nada desmesurado, algo cotidiano; cosas seguramente fáciles, que no nos provocan ninguna complicación pero que a la persona que las recibe le facilitan mucho. ¿Qué cosas podrían ser esas? Imaginaos que alguien os pregunta: ¿Qué puedo hacer para mejorarte el día? Pues la respuesta son todas esas cosas que se os acaban de ocurrir.
No propongo que lo hagamos con cada una de las personas con las que nos cruzamos a lo largo del día porqué tal vez sería agotador,….o quizás no, pudiera ser que no fuera tan difícil puesto que la premisa es que sean cosas fácilmente conseguibles. Podríamos iniciar una cadena de favores de esas de las pelis que tanto me gustan, esas que me arrancan la lagrimita porque me devuelven la fe en la humanidad. Pero empecemos por mí y mí alrededor. Cuando haya conseguido devolverme la fe en mi propia humanidad y logre realizar algo por alguien cada día, ya expandiré el negocio.
Como eslogan para mi campaña me agenciaré  aquella frase mítica de JFK de…no te preguntes que puede hacer tu país por ti, pregúntate qué puedes hacer tu por tu país. Y de ahí, cambiamos el país por la persona.
Pues vamos al tema: el otro día salí antes del trabajo porque me encontraba mal. Me fui directa a casa, era viernes y los viernes tarde a mi marido le gusta bajar a la cafetería de la esquina a tomarse unas cervezas con los amigos.
Cuando me vio entrar en casa percibí que le había fastidiado el plan y después durante una conversación  me lo confirmó.
Se había quedado en casa esa tarde porqué estaba convencido que me molestaría si se iba a su cerveza del viernes. Y tenía razón. Siendo que había vuelto a casa antes del trabajo porque me encontraba mal,¿ como iba él a irse y dejarme en casa con mi malestar? (no llegué a entrar en la polémica de si pretendía dejarme con los niños o llevárselos).
Total que se quedó y yo le agradecí internamente el detalle. Bueno Cris, no mientas. No le agradecí nada, pensé que era lo lógico y punto.
Después en la conversación que os contaba, él me señaló que le fastidió tener que quedarse conmigo porque a mí no me pasaba nada grave más allá de un gripazo y él se había perdido su charla cervecil con sus amigos, momento en el que él, verdaderamente disfruta mucho. Y yo pensé que tampoco hubiera pasado nada si se hubiera ido y  me hubiera quedado tranquila en casa con mi Netflix, mis dibujos, mis libros, mis videos o lo que sea.
El tema es que él me mejoró el día quedándose y haciéndome compañía y yo se lo hubiera podido mejorar ofreciéndole sinceramente la posibilidad de irse.
Entonces, ¿la mejora de uno implica siempre la desmejora del otro? ¿Si el detalle hacia una persona no conlleva aunque sea un mínimo sacrificio, no tiene merito de mención? ¿Y si la acción no te sale de dentro sino que lo haces por quedar bien o por obligación moral, vale la pena hacerla? Toda esta vertiente de preguntas creo que se salen de la línea de esta reflexión así que no quiero contestarlas ahora.
En esencia yo no me refiero a  buenos actos impuestos, quiero detalles que no le compliquen la vida a la persona que los da pero que ayuden a la persona que los recibe. Y en verdad son tan fáciles que se me ocurren mil: hacer alguna rutina que hace la otra persona diariamente para que tenga 5 minutillos para hacer otra cosa que le guste más (sacar los bocadillos del día siguiente del congelador, preparar las mochilas de los niños, recoger el encargo del mercado), hacerle un mini masajillo relajante al llegar a casa, adelantar el sofrito de la cena que tiene que hacer  el otro por la noche, no se mil cosas. En algún lugar leí que incluso hay parejas que se lo preguntan directamente.
-          “Cariño, ¿qué puedo hacer hoy por ti para mejorarte el día?
Y  lo mejoran no sólo por el tiempo que te ha ahorrado o por la tarea que te ha evitado; Incluso cuando tu respuesta es nada , esa pregunta te ha mejorado ya de por sí el día,  por el simple hecho de preguntar , por el sencillo motivo de querer obsequiarte con un acto, te das cuenta que han pensado en ti y han decidido hacer algo que te ayude, sería como decía Carles, decirnos cosas bonitas, pero con hechos, algo que te demuestra que todavía hay mucho de  bonito por decir y por hacer y que con muy poco que demos ,nos acercamos a esa cosa extraña y maravillosa que conocemos por AMOR.



jueves, 25 de mayo de 2017

Ni más ni menos yo

Me gusta observar a mis hijos cuando ellos no me ven. Al salir del trabajo, de camino a casa paso por delante de su escuela y veo a mi hijo mayor en el patio. Hay días que lo llamo y lo saludo un instante pero hay otras muchas ocasiones en que prefiero que no se percate de mi presencia. Lo miro de lejos y me gusta verlo en su entorno  natural, cuando no debe comportarse correctamente porque sus padres lo están mirando. Él y él mismo, sin artificios, sin obligaciones ni coacciones morales. Él en su propia esencia. Qué preciosidad de visión…
Y yo me pregunto el porqué de  esa manía mía de verlo sin que me vea. Y mi respuesta es siempre la misma, porque así lo veo tal cual es de verdad ¿Así es que, nos comportamos diferente cuando estamos solos? ¿Acaso nos comportamos distinto cuando no estamos con gente conocida? En mi casa suelen decirme que soy en cierto modo antipática, desordenada y poco servicial, en cambio en el trabajo me alaban diciéndome todo lo contrario. ¿Cómo es eso posible siendo la misma persona? ¿Me comporto realmente diferente en función de con quién estoy? Cierto es que cuando salgo con mis amigas actúo diferente que cuando salgo en familia o con mi marido o supongo que cuando estoy yo sola pero siempre lo he relacionado con que cuando estoy con alguien siento la obligación interna de estar pendiente de esa persona para asegurar que esté a gusto, es por eso que cuando estoy sola o con gente de la que no me considero responsable me siento más libre, desahogada.
Eso me da que pensar en la gente de mi entorno ¿Son conmigo como son de verdad? Mi marido por ejemplo, ¿es él al 100% cuando está conmigo o es un papel que hace cuando está en modo esposa? Y me lo pregunto bidireccionalmente. ¿Le muestro yo mi verdadera esencia? Eso me preocupa porque realmente yo quiero conocer a las personas como son de verdad y yo misma quiero ser como soy de verdad. Pensando en el tema he llegado a la conclusión que igual que cuando de adolescente intentaba identificarme con un estilo de ropa y no podía porque según el día me apetecía vestirme de un modo u otro, me pasa lo mismo con mi actitud (muy a mi pesar últimamente muy regida por mi ciclo hormonal) paso por infinidad de tesituras, tales como  la familiar, la juerguista, la ligona, la pasota y desaliñada, la superhiperresponsable ,la defensora de la vida sana, la zampa bollicaos que la vida son dos días, la que quiere hacer la ultratrail del Aneto, la que quiere hacerse bombera y la que quiere dejar de trabajar y quedarse de ama de casa haciendo pastelitos ….todas diferentes pero todas verdad. Y en el instante en que soy de ese modo lo vivo con tal intensidad que no quiero ser ,ni concibo ser de ningún otro modo diferente. No miento en ninguna de mis actitudes, ni a mí misma ni a los demás porque aunque cambie a menudo de actitud, y sea ciertamente una veleta personificada, en el momento en que las estoy viviendo son muy reales y muy de verdad. Para mí, en ese momento, son mi única dirección posible.
Y yo me pregunto entonces, ¿puede alguien llegar a conocerme de verdad ante tal nivel de volubilidad? Yo creo que mis padres me conocen al milímetro, sólo con verme entrar por la puerta y con el tono de mi hola ya saben en qué estado estoy. Mi marido por el contrario me tiene un poco descolocada, porque aunque me da la sensación que no me conozca en profundidad, hay momentos en los que creo que me está leyendo la mente. Sólo finge no conocerme, yo creo que para no complicarse la vida con mis andaduras lunáticas. Y es por todo este rollo de la auto sinceridad y de ser yo de verdad, que no se vivir en encefalograma plano y me aburro, como una ostra, como una ameba que ve la vida pasar y se regocija en su tranquilidad a la vez que se siente prisionera de ella.
Y así, que aquí estamos, de vuelta a mis inicios, a mis idas y venidas, a plantear, replantear y requetereplantear mi existencia. Ayer por la noche viendo la serie vikingos un rey le pregunta a su nuera, princesa: “Si fueras libre, ¿cuál sería tu primer deseo? ¿Qué desearías hacer con tu vida? Y claro, ahí que voy yo, que reflexiono sobre el sentido de cualquier enunciado que llegue a mis oídos, sea real o ficticio. Y me pregunto, ¿si yo fuera libre, cuál seria mi deseo? Y caigo en la cuenta para mi sorpresa que en ese momento no se me ocurre nada que pedir. E indago más,…. ¿libre? ¿Sin hijos? ¿Sin marido? ¿Sin cargas económicas o laborales? ¿Se refiere a eso, en mi caso, la palabra libre? Y le pregunto a mi marido si se ha planteado respuesta para la pregunta del rey y me dice que qué pregunta, si resulta que al rey lo acaban de matar. Y decido olvidar el tema y seguir  con mis vikingos.
Pero hoy al despertar lo primero que me viene a la mente es la dichosa pregunta y al instante se me ilumina la cara…retomar aquella loca idea sobre un máster en emergencias y catástrofes, entrar en el cuerpo de bomberos y hacerme reservista del ejercito, aprender inglés, aprender ALGO, lo que sea. Mejorar como profesional, sentirme bien con lo que hago y de rebote mejorar como persona. Vivir feliz pero sin caer en la desidia de no tener ningún proyecto. No sé si lo haré o no, no sé si esto es sólo fruto de mi bipolaridad mental, de mis ciclotimias o de querer dar respuesta a esa pregunta, y ciertamente poco me importa. Lo que más me ha gustado de mi respuesta es que es un deseo no excluyente sino inclusivo. Es un objetivo que me dará sin necesidad de quitarme en ningún ámbito de mi vida actual. Es algo que puedo hacer junto a mi familia y simplemente por eso considero que no podría haber mejor deseo en el mundo.
Así que presta atención rey vikingo, soy libre y me siento libre. Para decidir quién quiero ser en todo momento y para corroborar que en cada instante de mi existencia seré yo 100%, porque aunque a menudo intente ser menos yo, se me pasa enseguida.


viernes, 27 de enero de 2017

Desire

No consigo entender el mecanismo de deseo masculino. Bueno tal vez si, pero me resulta tan básico y simple que no acabo de creérmelo.
Hace poco hablábamos mi marido y yo sobre nuestras fantasías sexuales, perdón, yo preguntaba y hablaba. Él no soltaba ni prenda. Pero en un momento de inspiración algo farfulló sobre una chica imaginaria y tener sexo con ella.
Para profundizar más en el tema le seguí preguntando… ¿y a que se dedica ella?¿ Y que lleva puesto? ¿En qué escenario os encontráis? ¿Cómo habéis llegado a ese lugar y con qué objetivo?...a lo que él me frenó en seco y me espetó – “Para el carro, no hay nada de todo eso. Estamos ella, yo y el sexo”. Pero….no puede ser, ¿te imaginas una habitación vacía en blanco y sexo? No consigo entenderlo. Lo siento. No me hago a la idea. Tal vez sea una opción muy práctica teniendo en cuenta que mis fantasías nunca llegan ni siquiera al primer beso puesto que me recreo tanto en qué ropa llevo puesta, en que música está sonando, en el refugio de montaña con tormenta y chimenea y en el cómo y porqué nos acercamos esa persona y yo que para cuando he llegado al momento del beso ya llevo dormida diez minutos. Así obviamente nunca llego a mi fantasía sexual por lo que más bien yo diría que mis fantasías en vez de sexuales son sensuales. A mí lo que me gusta es el juego de la seducción previo, el tira y afloja, el intercambio de miradas. De cómo te hace sentir la otra persona y sobretodo de cómo te lo hace saber. Y me recreo más en la actitud de él y en cómo me la transmite que en la acción en si. Ellos no van más allá. Tetas, culo, follar (emoticono de friky subiéndose las gafas y risita tonta de adolescente) ¿Ya está? Cuando un tío en el metro o en una discoteca te toca el culo, de un modo que no podría definirse ni como meter mano. Algo muy leve sin apenas contacto, de medio segundo pim pam pero te lo toca al fin y al cabo y a propósito. Eso, ¿les da gusto? No consigo entenderlo. Es un culo, un músculo. Sin personalidad. No te habla, no te provoca nada si no lo miras en el global de la persona. A mí me parece que es como tocar una mesa o una pared y a pesar de eso, ¿a ellos les despierta deseo?
Así que me reitero, no entiendo a los hombres y si me propongo rizar aun más el rizo os contaré que a mi marido no le gustan los tatuajes. Obviamente yo puedo hacer lo que me dé la gana pero si le pregunto su opinión, él siempre me dice que no me haga (va tarde, lo sé, puesto que llevo dos). Pues bien, Menorca, Cala’n Forcat, y así como quien no quiere la cosa veo a una chica en topless  con un tatuaje justo debajo de su seno derecho. Podía ver que era una frase y me intrigaba el saber qué ponía exactamente, cosa que no podía descubrir porque para ello debía fijar la vista demasiado tiempo en ella y pensé que sería demasiada invasión de su intimidad.
-          Mira cari, ¿has visto a aquella chica? ¿Qué debe poner en su tatuaje? 
-          “Deja que tu corazón te traiga conmigo”, me suelta al instante y sin titubear.
Mi reacción fue de sorpresa absoluta, ¿cómo lo ha conseguido leer sin que ni ella, ni yo, ni su novio nos hayamos dado cuenta? Y cuando le pregunto si le gusta esa chica con ese tatuaje y él me mira con cara de obviamente que si, entonces es cuando yo le reprocho…ahhh en ella tatuaje si y en mi no?! Y eso es lo que yo no entiendo. ¿Porque en otras si y en mi no? A mí, los cuellos altos, las camisetas blancas de cuello redondo, los uniformes, unos pasos de baile bien dados, una conversación sugerente o una mirada furtiva, una mano en la cintura para cederme el paso…todas esas cosillas que me despiertan deseo, me lo despiertan  en otros pero lógicamente también en mi pareja (podría agregar, si es que mi pareja me hiciera esas cosillas!)
Y precisamente creo que ese es el quit de la cuestión. Tu pareja no te roza para darte el boli, te dice, ahí lo tienes, cógelo tu solita. ¿Es por eso que nunca se tienen fantasías con tu pareja? Son siempre con gente externa o desconocidos? ¿Será cierto que las mujeres con las que piensan los hombres escenas picantes son diferentes a la mujer con la que comparten su vida? ¿Cómo se gestiona eso? ¿Vivimos en una constante infidelidad mental?
En mi casa hay un pacto, si es con actores, cantantes, modelos o  desconocidos SI se puede fantasear. Cuando fantaseamos con gente conocida, lo hacemos ilegalmente y entonces no nos lo podemos contar…;)o por lo menos no es recomendable contárnoslo porque por muy evolucionada mental que intente ser en este tema, yo suelo comerme la cabeza y aunque en mi misma entiendo claramente lo qué significa ese pensamiento y sé que es sólo un divertimento nada transcendental, cuando lo percibo en mi pareja me vuelvo obtusa y no sé gestionarlo. Me salen los celos, las inseguridades y se convierte en bronca (pero sólo si su objeto de deseo es alguien de nuestro entorno)
Lo sé, punto negativo para mí y positivo para él. Las mentes cerradas de poco sirven. Pero una cosa es cerrada y otra rebuscada y ahí es donde quiero debatir esa teoría de mi marido sobre que los hombres en verdad desean a sus amigas mujeres y proclama que le invade de ternura esas mujeres que creen que su amigo no quiere sexo con ellas. Según él, los hombres amables, corteses y más simpáticos de lo necesario, son cameladores con un solo objetivo, llevarte al huerto.
Yo sé que no porque conozco hombres corteses y caballerosos que lo son sin ese objetivo, pero no hay modo, según la teoría de marras volveríamos al mismo punto de inicio, que en verdad tus amigos o conocidos sí que quieren sexo contigo, por lo que si lo veo desde el punto contrario, es decir desde la perspectiva de que mi marido también es amigo o conocido de multitud de mujeres, pues no le deja en muy buen lugar ese teorema suyo a mi maridito. En resumen, le acabo de pillar de marrón en una transgresión de nuestro pacto de sólo desear a desconocidos. Punto para mí.
Desviando un poco el tema, a veces veo mujeres hombres y viceversa. Son 5 minutos de reloj, mientras  he apagado Netflix y estoy recogiendo el postre para irme ya hacia el trabajo. En ese breve espacio de tiempo disfruto como una enana de unos minutos de frivolidad máxima y las miro a ellas y los miro a ellos y me pregunto cómo sería vivir con sus preocupaciones y sin las mías.
El reto de ese día en el programa se titulaba “del frio al calor” y allí estaban todas ellas compitiendo para ser la mejor en ese reto. Todas sin excepción plasmaron lo que para ellas significaba pasar del frio al calor que era básicamente un striptease, algunas más fogosas otras con más o menos gracia pero todas, en definitiva pasaron de ir abrigadas a quedarse en biquini.
Yo, que mentalmente realicé mi propio reto me quedé asombrada por las grandes diferencias que existían entre esa tipología de mujer y yo, no sólo por el físico, que a la vista está, sino por mi manera de concebir la vida o al menos y para no extrapolar, el modo de concebir ese reto en concreto. El reto que había recreado en mi mente consistía en venir del frio con bufanda, guantes, gorro y abrigo, con la nariz congelada y tiritando y pasar al calor del hogar. También me desnudaba, en efecto, me quitaba todas las capas de abrigo que llevaba encima, me ponía mi polar, mis calcetines gordos  y me sentaba frente a la chimenea o estufa con una taza de chocolate caliente, unas velitas, una manta y una buena conversación. Y ahí es cuando me di cuenta de lo diferentes que éramos ellas y yo, y me gustó  porque me sentí especial al ver que de 20 mujeres, yo había sido la única en interpretar esa frase de modo diferente.  Pero a la vez  me sentí descolocada, ¿será que mi modo de ver la seducción esta pasado de moda? ¿No tiene cabida hoy en día en la sociedad de lo súper-mega- sensual una sencilla vecinita de al lado, o  la chica del montón de toda la vida que se sonroja con una mirada  y que no va por el mundo devorando hombres? Por lo que parece eso no les resulta deseable a los hombres o tal vez es que con estas se casan pero para divertimentos deseosos se buscan a otras con perfil tele5?
¿Y sabéis?, qué más da. El deseo es innato en el ser humano, sea el que sea nuestro objeto deseado, en mi caso a veces son hombres, a veces son donuts y otras vestidos. No hay nada malo en desear, se desea lo que no se tiene y obviamente por no tener, no tenemos infinidad de cosas. Yo me recomendaría a mi misma hacer también el esfuerzo de desear lo que ya tenemos, en verlo diferente, desde una óptica distinta para descubrir, seguramente incentivos nuevos en lo que ya conocemos y convertir así lo conocido en desconocido, lo viejo en nuevo, lo habitual en excepcional.
Así que desead, desead mucho y bueno porque al fin y al cabo desear es piropear en silencio, reconocerle sus cualidades y ver lo bonito que hay en lo que estamos deseando. Desead sin mediar palabra y pensadlo a gritos. El deseo no es más que es una manera peculiar de querer, de demostrar un sentimiento de agrado independientemente de si es lícito o ilícito,  sea pactado o no lo sea. Son expresiones de amor sin censura, sin protocolos ni normas sociales; nos nacen de dentro, no entienden de leyes morales  y no las gobierna la mente, y eso por desgracia  es difícil de conseguir hoy en día.

Así que sin más, liberemos nuestra mente, deseemos lo que nos dé la gana y a quien nos dé la gana, deseemos sin medida, y, señoras y señores,…. que nos quiten lo bailao!

miércoles, 18 de enero de 2017

Aquí y ahora

El 2016 ha sido un año de cerrar frentes, proyectos que finalmente no salieron. Algunos más importantes y otros menos pero en definitiva todos eran proyectos que me ilusionaban y en cierto modo el pasar página, aunque me ha aportado paz, también me ha provocado decepción y tristeza.
Y ahí me tenéis, enero de 2017 con un buen número de páginas ya leídas y cerradas y, lo que es mejor, con infinidad de ellas por escribir todavía. Ahora bien. ¿De qué ira mi novela esta vez? ¿Cuál va a ser mi próximo objetivo? Yo funciono básicamente por impulsos, por metas que habitualmente nunca se cumplen pero me mantienen entretenida por el camino hasta que las cierro por el motivo que sea y me busco otra finalidad y el tema es que yo no sé vivir sin un propósito a corto-medio plazo y eso, aunque pueda no parecerlo, es un problemón de gran envergadura.
Y así es que hoy me he despertado aventurera y me he dicho, Cris, perdamos la cabeza, lancémonos al vacio y vamos a ser intrépidas…no nos marquemos ningún objetivo, dediquémonos simplemente a vivir. ¿Cómo se te ha quedado el cuerpo,eh? Porque es que yo no sé ir pasando la vida o al menos no he sabido hacerlo hasta ahora y como todo es aprendible tal vez ha llegado el momento. Estoy un poco cansada de metas, de proyectos, del necesitar ser mejor porque con lo que soy  no me basta. Me siento agotada de mirar siempre al futuro….cuando ahorre me apuntaré al máster de emergencias, cuando mis hijos crezcan me presentaré de reservista al ejercito, cuando salgan convocatorias intentaré coger plaza de enfermera de bomberos, cuando llegue el lunes empezaré a hacer ejercicio y comeré sano, cuando haga todas las guardias a las que me he apuntado y con ello gane más dinero me compraré ropa y ahorraré para viajar más y salir a comer de restaurante más a menudo….cuando, cuando, cuando….y lo que pasa es que ese cuando se convierte en obsesión y de rebote en trabajo extra, y eso lleva a estar menos en casa, que provoca desorganización y nervios por no llegar a todo, que a su vez lleva a reproches auto y heteroinflingidos, y malas caras, y menos paciencia, lo que conduce a malas contestaciones y miedo de estar descuidando lo verdaderamente importante, y ayyy el miedo, todo el mundo sabe dónde conduce el miedo: el miedo lleva a la ira y la ira lleva al odio; el odio lleva al sufrimiento, y el sufrimiento lleva al lado oscuro. Y Dios Mío si Anakin Skywalker no pudo salir del lado oscuro siendo un Jedi imagínate yo, Cristina Escudero del 3º 2ª y la penúltima de mi promoción.
Así es que en medio de toda esta disertación, va mi marido y me hace una apreciación de esas suyas, de las que hacen que se te salten las lágrimas porqué son claras y contundentes, de esas que de primeras por mi manera de ser me tomo como insulto pero después acaban gustándome: “¿Te crees que debes subir por una cuerda de bombero o trabajar en una ambulancia con uniforme para ser guay?
Quizás no es necesario ser tan guay  (ahí es cuando me cabreé)….
Tú ya eres guay sin todo eso (ahí es cuando se me cayeron las bragas al suelo)
Y ahí es cuando empecé a plantearme mi modus vivendi: ¿Qué es ser guay? ¿Por qué motivos me recordaran mis hijos? ¿Cuál es la razón por la que mi marido decidió caminar a mi lado y no me cambia por otra? ¿Cuáles son las cualidades por las que mis padres se sienten orgullosos de mí? ¿Porque mis amigos son realmente mis amigos?
Porqué soy…. ¿Qué? bombera, ambulanciera, por sacar buenas notas en un máster… ¿lo que recordaran mis hijos de mi es si era o no capaz de subir por una cuerda o tal vez se reirán rememorando nuestra aventura en canoa en el embalse de Eriste cuando no era capaz de avanzar porque sólo conseguía hacer girar  la canoa sobre si misma? ¿Tal vez les importará si llevo una 38 o una 42? yo creo que les dará igual que parezca una sirena o una ballena mientras acceda a revolcarme con ellos en la arena de la playa. Y aunque a mí sí que me importe no quiero dejar de disfrutar de una comida, una merienda o una cena apetecible sólo para conseguir ese objetivo porque mal que nos pese a este cuerpo serrano se lo comerán los gusanos tenga más michelines o menos. Y sé que el anhelo de un cuerpo bonito me acompañará siempre, por más que intente desviar el tema pero lo importante es que eso No puede ni debe ser una prioridad en mi vida. ¿Me llevaré acaso el recuerdo de haberme comprado una falda o dos al mes o de no haber estado aquel día fantástico de invierno en el que decidimos pasear por la montaña porque estaba de guardia?
Igual que si, hipotéticamente, fuera a caer por un precipicio, tengo clarísimo para quienes serían mis últimos pensamientos, quiero aplicar esa teoría a la razón de mi existencia. Cuando me llegue la muerte ¿qué querré haber vivido? ¿Qué le aportará a mi existencia en la tierra, el valor añadido para irme satisfecha?
En base a esto, he llegado a la conclusión, en una profunda y sincera introspección que el presente no tiene valor para mí. Y eso, me reitero es muy preocupante. Siento que se me pasa la vida mirando al futuro y pensando en el pasado. Si cualquier tiempo anterior fue mejor y cualquier tiempo futuro será más interesante, ¿qué me queda? Pues me queda una búsqueda incesante y agotadora de auto incentivos que no me dejan ver que tengo el mejor presente que pueda uno imaginar y es tan magnífico que no sé ni cómo describirlo. Y a lo que me refiero es que supongo que sí que me apetece apuntarme a Pilates y hacer un curso de Kizomba, ganar más dinero y convertirme en la reina de las ambulancias pero tal vez ahora no es el momento. Ahora lo que me pide el cuerpo es disfrutar del NO hacer nada de todo eso, disfrutar del no ser tan guay para saborear de verdad lo guay de la vida.
Y así es como irremediablemente me he asignado mi nuevo objetivo (lo veis, no tengo remedio), se define muy fácil y va a tratar sobre disfrutar de cada sonrisa, de cada rayo de sol y de cada tormenta, del tono en que entona un “hola mama” mi hijo cuando voy a recogerlo al cole, lo cuidada que me siento cuando mi hija me tapa con su mantita para que no tenga frio, de las noches acurrucada con mi marido en el sofá viendo Homeland, de los desayunos de conversaciones clarificadoras con mis padres, de las cenas improvisadas con amigos y  de todos los momentos magníficos que se suceden día tras día que se me pasan desapercibidos mientras me distraigo haciendo planes para el futuro. Y cogeré todos esos momentos y los uniré como si fueran una sopa de letras para descubrir, ante mi sorpresa, que la palabra escondida no es otra que FELICIDAD.