viernes, 27 de enero de 2017

Desire

No consigo entender el mecanismo de deseo masculino. Bueno tal vez si, pero me resulta tan básico y simple que no acabo de creérmelo.
Hace poco hablábamos mi marido y yo sobre nuestras fantasías sexuales, perdón, yo preguntaba y hablaba. Él no soltaba ni prenda. Pero en un momento de inspiración algo farfulló sobre una chica imaginaria y tener sexo con ella.
Para profundizar más en el tema le seguí preguntando… ¿y a que se dedica ella?¿ Y que lleva puesto? ¿En qué escenario os encontráis? ¿Cómo habéis llegado a ese lugar y con qué objetivo?...a lo que él me frenó en seco y me espetó – “Para el carro, no hay nada de todo eso. Estamos ella, yo y el sexo”. Pero….no puede ser, ¿te imaginas una habitación vacía en blanco y sexo? No consigo entenderlo. Lo siento. No me hago a la idea. Tal vez sea una opción muy práctica teniendo en cuenta que mis fantasías nunca llegan ni siquiera al primer beso puesto que me recreo tanto en qué ropa llevo puesta, en que música está sonando, en el refugio de montaña con tormenta y chimenea y en el cómo y porqué nos acercamos esa persona y yo que para cuando he llegado al momento del beso ya llevo dormida diez minutos. Así obviamente nunca llego a mi fantasía sexual por lo que más bien yo diría que mis fantasías en vez de sexuales son sensuales. A mí lo que me gusta es el juego de la seducción previo, el tira y afloja, el intercambio de miradas. De cómo te hace sentir la otra persona y sobretodo de cómo te lo hace saber. Y me recreo más en la actitud de él y en cómo me la transmite que en la acción en si. Ellos no van más allá. Tetas, culo, follar (emoticono de friky subiéndose las gafas y risita tonta de adolescente) ¿Ya está? Cuando un tío en el metro o en una discoteca te toca el culo, de un modo que no podría definirse ni como meter mano. Algo muy leve sin apenas contacto, de medio segundo pim pam pero te lo toca al fin y al cabo y a propósito. Eso, ¿les da gusto? No consigo entenderlo. Es un culo, un músculo. Sin personalidad. No te habla, no te provoca nada si no lo miras en el global de la persona. A mí me parece que es como tocar una mesa o una pared y a pesar de eso, ¿a ellos les despierta deseo?
Así que me reitero, no entiendo a los hombres y si me propongo rizar aun más el rizo os contaré que a mi marido no le gustan los tatuajes. Obviamente yo puedo hacer lo que me dé la gana pero si le pregunto su opinión, él siempre me dice que no me haga (va tarde, lo sé, puesto que llevo dos). Pues bien, Menorca, Cala’n Forcat, y así como quien no quiere la cosa veo a una chica en topless  con un tatuaje justo debajo de su seno derecho. Podía ver que era una frase y me intrigaba el saber qué ponía exactamente, cosa que no podía descubrir porque para ello debía fijar la vista demasiado tiempo en ella y pensé que sería demasiada invasión de su intimidad.
-          Mira cari, ¿has visto a aquella chica? ¿Qué debe poner en su tatuaje? 
-          “Deja que tu corazón te traiga conmigo”, me suelta al instante y sin titubear.
Mi reacción fue de sorpresa absoluta, ¿cómo lo ha conseguido leer sin que ni ella, ni yo, ni su novio nos hayamos dado cuenta? Y cuando le pregunto si le gusta esa chica con ese tatuaje y él me mira con cara de obviamente que si, entonces es cuando yo le reprocho…ahhh en ella tatuaje si y en mi no?! Y eso es lo que yo no entiendo. ¿Porque en otras si y en mi no? A mí, los cuellos altos, las camisetas blancas de cuello redondo, los uniformes, unos pasos de baile bien dados, una conversación sugerente o una mirada furtiva, una mano en la cintura para cederme el paso…todas esas cosillas que me despiertan deseo, me lo despiertan  en otros pero lógicamente también en mi pareja (podría agregar, si es que mi pareja me hiciera esas cosillas!)
Y precisamente creo que ese es el quit de la cuestión. Tu pareja no te roza para darte el boli, te dice, ahí lo tienes, cógelo tu solita. ¿Es por eso que nunca se tienen fantasías con tu pareja? Son siempre con gente externa o desconocidos? ¿Será cierto que las mujeres con las que piensan los hombres escenas picantes son diferentes a la mujer con la que comparten su vida? ¿Cómo se gestiona eso? ¿Vivimos en una constante infidelidad mental?
En mi casa hay un pacto, si es con actores, cantantes, modelos o  desconocidos SI se puede fantasear. Cuando fantaseamos con gente conocida, lo hacemos ilegalmente y entonces no nos lo podemos contar…;)o por lo menos no es recomendable contárnoslo porque por muy evolucionada mental que intente ser en este tema, yo suelo comerme la cabeza y aunque en mi misma entiendo claramente lo qué significa ese pensamiento y sé que es sólo un divertimento nada transcendental, cuando lo percibo en mi pareja me vuelvo obtusa y no sé gestionarlo. Me salen los celos, las inseguridades y se convierte en bronca (pero sólo si su objeto de deseo es alguien de nuestro entorno)
Lo sé, punto negativo para mí y positivo para él. Las mentes cerradas de poco sirven. Pero una cosa es cerrada y otra rebuscada y ahí es donde quiero debatir esa teoría de mi marido sobre que los hombres en verdad desean a sus amigas mujeres y proclama que le invade de ternura esas mujeres que creen que su amigo no quiere sexo con ellas. Según él, los hombres amables, corteses y más simpáticos de lo necesario, son cameladores con un solo objetivo, llevarte al huerto.
Yo sé que no porque conozco hombres corteses y caballerosos que lo son sin ese objetivo, pero no hay modo, según la teoría de marras volveríamos al mismo punto de inicio, que en verdad tus amigos o conocidos sí que quieren sexo contigo, por lo que si lo veo desde el punto contrario, es decir desde la perspectiva de que mi marido también es amigo o conocido de multitud de mujeres, pues no le deja en muy buen lugar ese teorema suyo a mi maridito. En resumen, le acabo de pillar de marrón en una transgresión de nuestro pacto de sólo desear a desconocidos. Punto para mí.
Desviando un poco el tema, a veces veo mujeres hombres y viceversa. Son 5 minutos de reloj, mientras  he apagado Netflix y estoy recogiendo el postre para irme ya hacia el trabajo. En ese breve espacio de tiempo disfruto como una enana de unos minutos de frivolidad máxima y las miro a ellas y los miro a ellos y me pregunto cómo sería vivir con sus preocupaciones y sin las mías.
El reto de ese día en el programa se titulaba “del frio al calor” y allí estaban todas ellas compitiendo para ser la mejor en ese reto. Todas sin excepción plasmaron lo que para ellas significaba pasar del frio al calor que era básicamente un striptease, algunas más fogosas otras con más o menos gracia pero todas, en definitiva pasaron de ir abrigadas a quedarse en biquini.
Yo, que mentalmente realicé mi propio reto me quedé asombrada por las grandes diferencias que existían entre esa tipología de mujer y yo, no sólo por el físico, que a la vista está, sino por mi manera de concebir la vida o al menos y para no extrapolar, el modo de concebir ese reto en concreto. El reto que había recreado en mi mente consistía en venir del frio con bufanda, guantes, gorro y abrigo, con la nariz congelada y tiritando y pasar al calor del hogar. También me desnudaba, en efecto, me quitaba todas las capas de abrigo que llevaba encima, me ponía mi polar, mis calcetines gordos  y me sentaba frente a la chimenea o estufa con una taza de chocolate caliente, unas velitas, una manta y una buena conversación. Y ahí es cuando me di cuenta de lo diferentes que éramos ellas y yo, y me gustó  porque me sentí especial al ver que de 20 mujeres, yo había sido la única en interpretar esa frase de modo diferente.  Pero a la vez  me sentí descolocada, ¿será que mi modo de ver la seducción esta pasado de moda? ¿No tiene cabida hoy en día en la sociedad de lo súper-mega- sensual una sencilla vecinita de al lado, o  la chica del montón de toda la vida que se sonroja con una mirada  y que no va por el mundo devorando hombres? Por lo que parece eso no les resulta deseable a los hombres o tal vez es que con estas se casan pero para divertimentos deseosos se buscan a otras con perfil tele5?
¿Y sabéis?, qué más da. El deseo es innato en el ser humano, sea el que sea nuestro objeto deseado, en mi caso a veces son hombres, a veces son donuts y otras vestidos. No hay nada malo en desear, se desea lo que no se tiene y obviamente por no tener, no tenemos infinidad de cosas. Yo me recomendaría a mi misma hacer también el esfuerzo de desear lo que ya tenemos, en verlo diferente, desde una óptica distinta para descubrir, seguramente incentivos nuevos en lo que ya conocemos y convertir así lo conocido en desconocido, lo viejo en nuevo, lo habitual en excepcional.
Así que desead, desead mucho y bueno porque al fin y al cabo desear es piropear en silencio, reconocerle sus cualidades y ver lo bonito que hay en lo que estamos deseando. Desead sin mediar palabra y pensadlo a gritos. El deseo no es más que es una manera peculiar de querer, de demostrar un sentimiento de agrado independientemente de si es lícito o ilícito,  sea pactado o no lo sea. Son expresiones de amor sin censura, sin protocolos ni normas sociales; nos nacen de dentro, no entienden de leyes morales  y no las gobierna la mente, y eso por desgracia  es difícil de conseguir hoy en día.

Así que sin más, liberemos nuestra mente, deseemos lo que nos dé la gana y a quien nos dé la gana, deseemos sin medida, y, señoras y señores,…. que nos quiten lo bailao!

miércoles, 18 de enero de 2017

Aquí y ahora

El 2016 ha sido un año de cerrar frentes, proyectos que finalmente no salieron. Algunos más importantes y otros menos pero en definitiva todos eran proyectos que me ilusionaban y en cierto modo el pasar página, aunque me ha aportado paz, también me ha provocado decepción y tristeza.
Y ahí me tenéis, enero de 2017 con un buen número de páginas ya leídas y cerradas y, lo que es mejor, con infinidad de ellas por escribir todavía. Ahora bien. ¿De qué ira mi novela esta vez? ¿Cuál va a ser mi próximo objetivo? Yo funciono básicamente por impulsos, por metas que habitualmente nunca se cumplen pero me mantienen entretenida por el camino hasta que las cierro por el motivo que sea y me busco otra finalidad y el tema es que yo no sé vivir sin un propósito a corto-medio plazo y eso, aunque pueda no parecerlo, es un problemón de gran envergadura.
Y así es que hoy me he despertado aventurera y me he dicho, Cris, perdamos la cabeza, lancémonos al vacio y vamos a ser intrépidas…no nos marquemos ningún objetivo, dediquémonos simplemente a vivir. ¿Cómo se te ha quedado el cuerpo,eh? Porque es que yo no sé ir pasando la vida o al menos no he sabido hacerlo hasta ahora y como todo es aprendible tal vez ha llegado el momento. Estoy un poco cansada de metas, de proyectos, del necesitar ser mejor porque con lo que soy  no me basta. Me siento agotada de mirar siempre al futuro….cuando ahorre me apuntaré al máster de emergencias, cuando mis hijos crezcan me presentaré de reservista al ejercito, cuando salgan convocatorias intentaré coger plaza de enfermera de bomberos, cuando llegue el lunes empezaré a hacer ejercicio y comeré sano, cuando haga todas las guardias a las que me he apuntado y con ello gane más dinero me compraré ropa y ahorraré para viajar más y salir a comer de restaurante más a menudo….cuando, cuando, cuando….y lo que pasa es que ese cuando se convierte en obsesión y de rebote en trabajo extra, y eso lleva a estar menos en casa, que provoca desorganización y nervios por no llegar a todo, que a su vez lleva a reproches auto y heteroinflingidos, y malas caras, y menos paciencia, lo que conduce a malas contestaciones y miedo de estar descuidando lo verdaderamente importante, y ayyy el miedo, todo el mundo sabe dónde conduce el miedo: el miedo lleva a la ira y la ira lleva al odio; el odio lleva al sufrimiento, y el sufrimiento lleva al lado oscuro. Y Dios Mío si Anakin Skywalker no pudo salir del lado oscuro siendo un Jedi imagínate yo, Cristina Escudero del 3º 2ª y la penúltima de mi promoción.
Así es que en medio de toda esta disertación, va mi marido y me hace una apreciación de esas suyas, de las que hacen que se te salten las lágrimas porqué son claras y contundentes, de esas que de primeras por mi manera de ser me tomo como insulto pero después acaban gustándome: “¿Te crees que debes subir por una cuerda de bombero o trabajar en una ambulancia con uniforme para ser guay?
Quizás no es necesario ser tan guay  (ahí es cuando me cabreé)….
Tú ya eres guay sin todo eso (ahí es cuando se me cayeron las bragas al suelo)
Y ahí es cuando empecé a plantearme mi modus vivendi: ¿Qué es ser guay? ¿Por qué motivos me recordaran mis hijos? ¿Cuál es la razón por la que mi marido decidió caminar a mi lado y no me cambia por otra? ¿Cuáles son las cualidades por las que mis padres se sienten orgullosos de mí? ¿Porque mis amigos son realmente mis amigos?
Porqué soy…. ¿Qué? bombera, ambulanciera, por sacar buenas notas en un máster… ¿lo que recordaran mis hijos de mi es si era o no capaz de subir por una cuerda o tal vez se reirán rememorando nuestra aventura en canoa en el embalse de Eriste cuando no era capaz de avanzar porque sólo conseguía hacer girar  la canoa sobre si misma? ¿Tal vez les importará si llevo una 38 o una 42? yo creo que les dará igual que parezca una sirena o una ballena mientras acceda a revolcarme con ellos en la arena de la playa. Y aunque a mí sí que me importe no quiero dejar de disfrutar de una comida, una merienda o una cena apetecible sólo para conseguir ese objetivo porque mal que nos pese a este cuerpo serrano se lo comerán los gusanos tenga más michelines o menos. Y sé que el anhelo de un cuerpo bonito me acompañará siempre, por más que intente desviar el tema pero lo importante es que eso No puede ni debe ser una prioridad en mi vida. ¿Me llevaré acaso el recuerdo de haberme comprado una falda o dos al mes o de no haber estado aquel día fantástico de invierno en el que decidimos pasear por la montaña porque estaba de guardia?
Igual que si, hipotéticamente, fuera a caer por un precipicio, tengo clarísimo para quienes serían mis últimos pensamientos, quiero aplicar esa teoría a la razón de mi existencia. Cuando me llegue la muerte ¿qué querré haber vivido? ¿Qué le aportará a mi existencia en la tierra, el valor añadido para irme satisfecha?
En base a esto, he llegado a la conclusión, en una profunda y sincera introspección que el presente no tiene valor para mí. Y eso, me reitero es muy preocupante. Siento que se me pasa la vida mirando al futuro y pensando en el pasado. Si cualquier tiempo anterior fue mejor y cualquier tiempo futuro será más interesante, ¿qué me queda? Pues me queda una búsqueda incesante y agotadora de auto incentivos que no me dejan ver que tengo el mejor presente que pueda uno imaginar y es tan magnífico que no sé ni cómo describirlo. Y a lo que me refiero es que supongo que sí que me apetece apuntarme a Pilates y hacer un curso de Kizomba, ganar más dinero y convertirme en la reina de las ambulancias pero tal vez ahora no es el momento. Ahora lo que me pide el cuerpo es disfrutar del NO hacer nada de todo eso, disfrutar del no ser tan guay para saborear de verdad lo guay de la vida.
Y así es como irremediablemente me he asignado mi nuevo objetivo (lo veis, no tengo remedio), se define muy fácil y va a tratar sobre disfrutar de cada sonrisa, de cada rayo de sol y de cada tormenta, del tono en que entona un “hola mama” mi hijo cuando voy a recogerlo al cole, lo cuidada que me siento cuando mi hija me tapa con su mantita para que no tenga frio, de las noches acurrucada con mi marido en el sofá viendo Homeland, de los desayunos de conversaciones clarificadoras con mis padres, de las cenas improvisadas con amigos y  de todos los momentos magníficos que se suceden día tras día que se me pasan desapercibidos mientras me distraigo haciendo planes para el futuro. Y cogeré todos esos momentos y los uniré como si fueran una sopa de letras para descubrir, ante mi sorpresa, que la palabra escondida no es otra que FELICIDAD.