
Como siempre, cuando me entero de alguna noticia que me
impacta personalmente surgen en mi mente infinidad de pensamientos
atolondrados y a menudo contradictorios.
Estoy segura que ya lo he debatido en profundidad en columnas antiguas; Mi
primera reacción tras el shock es querer ir a recogerme a casa y abrazarme a
mis dos pequeños, pero tras unos minutos me acecha un sentimiento de necesidad
imperiosa de vivir todo lo que pueda ofrecerme la vida, experimentar nuevas
sensaciones o recuperar antiguas, sonreír más y quejarme menos, mojarme cuando
llueve y cerrar los ojos mirando al sol, un torbellino de ganas de ser aquella
de la que os hablaba el otro día, la de ¿vamos a lo que sea? Vamos!
Pero el tema es que no me sale ser así, porque una tiene una
vida, la que he elegido, que no me permite darme ciertos caprichos y ahí es cuando
surge el problema, que me siento atrapada y encerrada , seguramente en mi
cuerpo, o lo que es peor, en mi propia mente. Y a pesar de que al revisar mi
lista de cosas conseguidas y de experiencias vividas puedo hacer check en muchísimas,
no entiendo de donde y porque me sale esta sensación de insatisfacción
constante.
Y ahí es cuando le mando un audio a mi amiga Sonia, explicándole
como me siento. Os contaré, sobre Sonia, que a pesar de conocernos desde hace
casi 20 años, no nos hemos descubierto hasta hace uno. Y además el
descubrimiento ha sido por entregas a causa de la distancia, puesto que ella
vive en Zaragoza, así que sólo nos vemos cuando coincidimos en el pueblo con
alguna excusa, por suerte, casi siempre festiva. En todas con una abrumadora conexión
de no tener ni que hablar, de acabar la una la frase de la otra y de sentirnos
unidas por sentimientos comunes que al fin y al cabo me ayudan a comprender que mi sentir no es de
esas enfermedades raras y únicas en el mundo, sino que ya somos dos, y eso
amigos, cambia mucho la percepción del asunto, porque si te dan la mano no te
caes tan fácilmente y bailar, beber ,reír y llorar entre dos es infinitamente
mejor sin duda.
Pues a lo que iba, que le mandé un audio contándole mis
ambivalencias mentales y ella me regaló un concepto que me maravilló.
Cris, hay que ser bambú.
Firmes clavadas en el suelo para ciertas cosas como son los
pilares de nuestra vida y aferrarnos a ellos, pero a la vez, debemos aprender a
dejar mecernos por el viento y ser flexibles con nosotras mismas y nuestras
necesidades.
Sin excusas, sin autolimitaciones, dejando ondear nuestro
pelo suelto, dejando volar nuestra imaginación, escribiendo el guión a nuestra
manera.
Y Dios como me gustan a mí estas definiciones que me cambian
la vida y lo veo tan claro en ese momento que siento como si siempre hubiera
estado ciega, pero luego cuando lo tengo que poner en práctica,....no me sale.
Me inundan las dudas, mecerme si, ¿pero hasta donde debo permitirme mecerme? ¿Y
si me mezo demasiado no se romperán mis pilares?
Y se lo comento a mi marido y me dice que estoy como una
regadera, que pienso demasiado y que tengo mucho tiempo libre para plantearme
todas esas disertaciones.
Pero lo hago y ¿qué le voy a hacer?
Y de repente me encuentro tarareando una canción de Melendi,
que últimamente ha despertado gran interés en mi por sus letras, que reconozco
me están encantando a medida que las voy escuchando más y más.......los
fantasmas y los miedos no me dejan ver el mar, porque tengo tanto ruido en mi
mente, que me olvido que en mi barco sólo yo soy capitán....
Tan fácil y a la vez tan difícil de aceptar para mí misma, y
es que la mayoría de mis limitaciones me las pongo yo y yo no soy precisamente
estricta conmigo misma puesto que me permito salidas de tono, me permito
recreos y vicios, algunos más confesables que otros pero al fin y al cabo la
palabra clave es ME PERMITO, yo a mi misma y nadie más puede permitirme o
prohibirme porque como decía antes: en mi barco sólo yo soy capitán y ahí es
donde decido yo la distancia hasta la que voy a permitir mecerme. Y sin darme
cuenta constato que mi necesidad de
mecimiento y mi ansiedad por no desorientarme resulta que se complementan, como
el ying y el yang. Paradójicamente yo que busco siempre el norte (que hasta
tatuado lo llevo), justamente el otro día viendo una peli descubrí el concepto
Samsara, que en Sanskrito significa errante y me conmovió profundamente porqué
al leer mas profundamente sobre ello vi que era mi otra media naranja, la que
no quiero encontrar porque no la quiero reconocer como mía pero que sin duda es
inherente a mí. Samsara, errante, vagabundo, que encarna el sentido más
material y por tanto mundano de toda existencia, la metamorfosis de todos los
cuerpos en sí mismos. Mi mitad busca el norte, mi otra mitad disfruta de su
nomadismo emocional.
Casualmente he hecho hoy un test de personalidad, que de nada
sirve si no me lo interpreta un psicólogo, pero a mí, que me gusta mucho hacer
introspección qué mejor para ello que un test de estos. Y ya sólo contestándolo,
sin saber nada de su interpretación he podido constatar que hay muchas yo en mi
misma y cada una completamente distinta a la otra, como os decía, en mi
naturaleza tengo una samsara que vagabundea y a la vez una fan de los faros que
le indican el camino a seguir y a cuento de esto, os contaré que hace poco,
pasando un fin de semana en una casa rural con amigos, descubrí en mi marido
una mirada que hacía mucho que no veía en él. No sé que debió ver en mi en ese
momento, en esa situación que no era para nada inusual o nueva, era una
situación cotidiana y bastante trivial pero él me miró con ojos diferentes y
yo, lo percibí y le pregunté el porqué de esa maravillosa mirada, y me respondió...porqué a
pesar de tu inseguridad, de tu baja autoestima y de tu actitud he conseguido
verte como de verdad yo te veo en esencia.
BABOOOM! Menuda declaración para alguien que apenas
verbaliza lo que siente. Petrificada me dejó y a la vez tremendamente intrigada
por saber cuál esa esencia, que sin duda indagaré en futuras columnas.
Mi respuesta, como cabía esperar, no iba a ser menos, así
que le respondí algo que había leído
hace tiempo en algún post de Facebook pero que me pareció creado para este
preciso instante. - Cariño, dentro de mí, hay muchas yo, la salvaje, la madre,
la tímida, la guerrera, la frívola, la tenaz..... Aquella a la que alimentes es,
sin duda aquella a la que tendrás.
Así que dejémonos
mecer al compás de la tramontana, el siroco, el cierzo o la calima; Seamos
errantes sin perder de vista la luz de nuestro faro; Seamos el despertar de los
ojos que nos miran y la esencia de nuestra naturaleza;
Seamos en definitiva, bambú, una vez más y siempre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario