Me he sorprendido hoy recordando cómo ese desconocido, que pretendía subir al taxi del que yo bajaba, me ha ofrecido su mano para ayudarme a salir. He aceptado su gesto de inmediato y para que negarlo, me ha encantado.
Dado que el detalle me ha sorprendido en extremo y lo he tomado como algo único y fuera de lo común, yo me pregunto: ¿Dónde quedó la caballerosidad y la gentileza?
Yo os lo diré. Nosotras, las mujeres, las hemos matado. Si chicas, nosotras que somos inteligentes, independientes, autodidactas, valientes, trabajadoras y autosuficientes hemos acabado con actitudes como la gentileza, la caballerosidad, la amabilidad y la cortesía. Hemos provocado que el arte de la seducción juegue con nuevas reglas.
Soy una mujer a la que le gustan los hombres y me gusta, realmente, sentir las diferencias de actitud entre ambos géneros.
¡Esperad feministas! Defensoras de la mujer libre y autónoma, ¡no me lapidéis todavía!
¿Es que acaso un gesto cordial de un hombre me quita caché? ¿Es que si un hombre me cede el paso al caminar o me abre el odioso tapón rallado de la botella de agua, va a ocasionar que sea menos mujer o tal vez más débil? ¿Menos válida?
Lo siento, no lo comparto.
Me gusta, a priori, que un hombre sea más fuerte que yo, más alto y que su ropa me vaya grande, que me ayude a cambiar una rueda pinchada o que acompañe con su mano mi espalda para que pase primero, me gusta que lleve el mando al bailar y que me preste su chaqueta si tengo frío. Que sostenga el paraguas y al cobijarme me atraiga suavemente hacia su lado, que me ayude con las bolsas pesadas y que se encargue él de avisar al camarero.
Me gusta, a priori, que un hombre sea más fuerte que yo, más alto y que su ropa me vaya grande, que me ayude a cambiar una rueda pinchada o que acompañe con su mano mi espalda para que pase primero, me gusta que lleve el mando al bailar y que me preste su chaqueta si tengo frío. Que sostenga el paraguas y al cobijarme me atraiga suavemente hacia su lado, que me ayude con las bolsas pesadas y que se encargue él de avisar al camarero.
Me gusta su seguridad y sentirme, en cierto modo, protegida por él. Me gusta que me cuide y dejarme cuidar. Sin más, sin dobles sentidos, sólo por el simple hecho de él ser hombre y yo mujer, sin que estas cualidades en ellos desmerezcan otras en nosotras.
Tal vez es cuestión de antigua antropología social o de clásicas tradiciones de cortejo o de pura química reproductiva en su afán incesante de perpetuar la especie, pero qué más da, no quiero ciencia! Dios, Darwin, Kubrick…quien sea que haya creado al hombre y a la mujer, tal vez el mismo que inventó la seducción, nos creó así ni más ni menos, ¡para que nos sintiéramos como princesas!
Y señoras, permítanme que les diga, que a mí todo esto no me hace sentir menos mujer sino más. Más femenina, más especial y en el fondo, más poderosa y no me avergüenza, para nada, decir que….me encanta.
Kerida Christina, al ser tan caballeroso no me gusta discrepar con tan dulce dama, pero sin duda, la caballerosidad es el machismo mas educado, basado en la absurda creencia medieval que un género es superior al otro, y que por esa razón hay que protegerlo y tratarlo con la delicadeza que tratariamos a alguien mas débil, como un bebé o un anciano.
ResponderEliminarLa RAE, que tamto gusta citar, define como caballeroso a un hombre que se comporta con distinción, nobleza y generosidad. En ningún momento dice que esa generosidad solo sea hacia las mujeres.
Yo que vivo con cuatro mujeres estaría todo el día abriendo puertas y botellas de agua, creo que todas ellas son capaces de hacerlo por si mismas.
Pero, de todas maneras, si algún día coincidimos en el umbral de una puerta o saliendo de un taxi, ten por seguro que te cederé el paso.
Caballerosamente.......