Como me gusta comer…y ¡qué desgracia la mía! Me encantaría ser de estas chicas que chupan una hoja de lechuga y se quedan saciadas, de estas que con un platito de ensalada tienen suficiente para todo un día y aun así ¡se sienten empachadas!....pero no, ¡qué digo! El placer que aporta la comida no lo aporta ninguna otra cosa (hay placeres mejores, claro, pero son distintos…;) Puedo hacer infinidad de cosas diferentes, actividades diversas que en sí mismas son satisfactorias pero reconozco que cuando estas propuestas se mezclan con algo gastronómico, se potencian hasta nuevas cumbres. Los eventos sin comida, no son lo mismo…. El cine, no es sólo cine, son palomitas con conguitos de chocolate. ¿Lo habéis probado? La mezcla del dulce con el salado, encontrarse los conguitos, por sorpresa en medio de un puñadito de palomitas… El futbol es bocadillo de tortilla de patatas. ¿Ir de compras? Merendar una riquísima ensaimada en La Pallaresa. ¿Tarde de domingo tormentosa? Tiras de pan tostado mojado en chocolate desecho. ¿Playa? Paella de chiringuito. Todo, para mí, tiene un acompañante gastronómico y no puedo concebir una cosa sin la otra. Eso puede resultar cansado según lo mires y a menudo, si no pongo límites, caro…con lo que la situación se complica porqué no sé si os lo había dicho antes, pero soy pésima poniéndome límites. Soy de esas capaz de fulminar con la mirada a cualquiera cuando me salto la dieta (que inicio cada lunes y acabo cada lunes a la hora de la merienda) y resulta que la comida por la que me la he saltado no ha estado a la altura de mis expectativas, pero, también es muy cierto que soy fácil de contentar, soy muy de menú infantil, de cosas sencillas, caseras y nada sofisticadas. Los restaurantes de plato grande y poca comida no son de mi estilo y exquisiteces tales como caviar iraní, ostras o el foie no son deseadas por mi paladar. Me encantan los bares de menú, y amigos, si en un bar veis gran acumulo de paletas, fontaneros, pintores, etc.….no lo dudéis, ¡habéis encontrado un sitio bueno! Mis platos estrella para comer son el arroz, la pasta y las patatas, por no mencionar la riquísima y guarrísima bollería. Cualquier cosa que lleve como ingrediente principal uno de estos, me deleita seguro. ¡Como me gustaría ser feliz con una acelguita o con una merluza hervida!, pero que le voy a hacer…cuando nací, de tercer apellido me pusieron "hidrato de carbono" y de cuarto "glotona sin remedio". Lo llevo en mi ADN, me gusta comer y claro, mi cuerpo y mi mente viven en lucha constante para intentar que esta afición no me convierta en una XL. No soy delgadita, mi constitución no es debilucha, soy la vecinita ideal para las mujeres del pueblo….- ¡qué sana y robusta se te ve! ¡Sí, hija sí, más vale tener que desear, tú sí tienes de donde agarrar!- y yo con risita nerviosa: -"muchas gracias señora, por fastidiarme el verano, espero (no) verla el año que viene…." Por eso, durante el embarazo de mi primer hijo, cuando me preocupé porque el ginecólogo me dijo que mi bebito iba bajito de peso y él me tranquilizó alegando que el niño estaba bien, que era de constitución delgada como la madre, yo no sabía si abrazarlo o escupirle por cachondearse en mi cara tan directamente. Por su bien, nunca quise indagar si la afirmación fue irónica o real, pero lo cierto es que el pequeño Jon tiene una figura la mar de estilizada. (¡Cómo se parece este niño a mí!) Soy fácil, ya veis, si me has hecho algo y quieres que te perdone, por Dios, no quiero flores… tráeme unas castañitas asadas o una horchata a cualquier hora del día y seré tuya para siempre… Por todo esto, por hacer honor a mis genes, por aquellas que sufren para engordar y aquellas que lloran para adelgazar, por las lentejas de mi madre y por las eternas sobremesas, que no existirían sin una buena comida, espero, por mi bien, por mi salud y por lo poco que cuesta, seguir ilusionándome sinceramente con cosas tan insanas como placenteras ¡como un riquísimo tigretón!
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