En un momento de crisis existencial hace unas semanas perdí por completo la fe en el ser humano, la gente no es buena, nace mala y con mucho esfuerzo nos hacemos más o menos pasables. Civismo, camaradería, empatía, solidaridad son conceptos abstractos que quedan muy bien en nuestro curriculum pero que en verdad son mentira. De un tiempo a esta parte llegué a pensar que ya nadie se preocupa por nadie, que el amor verdadero (excepto en casos materno-paternales) no existe. Me equivocaba. Recapitulando hace unas horas he visto que existe gente en el mundo con un corazón tan grande que no les cabe en el pecho y tengo la suerte que yo, estoy rodeada por muchos de ellos. Esas personas me transmiten un cariño tan grande que se me desborda el alma de pura gratitud. Ese cariño que transmiten es muy sutil a veces, no es sencillo de describir, es un palpito, ese sentimiento no lo definen los lazos familiares, ni la cercanía, es más bien como un "parece que te conozca de toda la vida" o mejor aún como un " parece que me conozcas de toda la vida" (y es que a mí , ciertamente, me gusta que me conozcan)siendo que a menudo las muestras provienen de gente con la que no he intimado mucho, es un mensaje en momentos de fragilidad mental, es saber leer entre líneas, intuir mi estado de ánimo o saber mirar más allá de los pixeles de una foto, es mandar una noche, un corazón a visitar a mi rubiales aun estando a muchos kilómetros o que el Gran Jefe de las motos venga a ver al mismo rubiales sin ni siquiera conocerlo. Son muestras de cariño que no esperan nada a cambio, que se dan sin querer recibir, se regalan; Pequeños detalles que hacen que el vaso no se colme hoy. Y es que tal vez la naturaleza humana no sea tan mala y es al revés (como siempre había creído), nacemos buenos, como un lienzo en blanco y con los años nos vamos malignizando. Y tal vez tampoco sea malignizarse sino más bien olvidar que la bondad y el buen rollo es el camino más fácil en verdad. Y no me refiero a un concepto típico católico de bondad, sino a la ingenuidad, no pensar mal de la gente, no juzgar, no meternos en lo que no nos incumbe (e incluso meternos lo justito en lo que sí nos incumbe), dejar salir el buen desparpajo y deshacernos de la mala leche que no nos aporta nada, mirar el mundo con ojos limpios fijándonos más en lo bonito de los sentimientos de la gente y menos en los dobles sentidos. Incluir el concepto de cadena de favores en nuestro vocabulario habitual, dejarnos llevar por el buen rollo y recibir a la gente con una sonrisa en la cara, seguros de que tienen un montón de cosas estupendísimas que aportar a nuestro día. A mí, me emanan estos sentimientos después de algunos de esos gestos que os comentaba antes, y sólo así, probando de esa medicina y convirtiéndola en una rueda de cariño y simpatía constante , mi microclima irá rulando a buen ritmo, ….y es que chicos, ahora lo sé, las buenas personas, SÍ existen.
jueves, 9 de enero de 2014
Con B de Bueno
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Está claro, existes!!! :) Precioso tu escrito. Un besito!!!
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