lunes, 13 de enero de 2014

Pata Negra

Un compañero de trabajo puso hace poco en su estado de Facebook la letra de una canción: "Todo lo que me gusta es ilegal, inmoral o engorda" y lo cierto es que esa frase me dio mucho qué pensar.   Empecemos por lo menos problemático, o al menos, no tan polémico: engorda.  Todo lo bueno engorda. Dieta de por vida, babear frente a una pastelería, sufrir para mantenerse en la 38 y nunca conseguir bajar de la 40. Un fastidio. No hay más que hablar.   Con lo ilegal me manejo bastante bien, soy muy de cumplir las normas. No robo, soy cívica, no evado impuestos, reciclo….vamos, una ciudadana casi ejemplar, hasta aburrida diría yo.   Es cuando llegamos a lo inmoral donde me surgen los problemas. Fijar la frontera entre moralidad e inmoralidad me provoca serios auto debates mentales. Si busco su significado en el diccionario, moralidad se define como el conocimiento de lo que el ser humano debe de hacer o evitar para conservar estabilidad social, pero también encuentro significados en el ámbito de la filosofía que dice que no posee moral el que habla de una forma y actúa de otra y si entramos en su estudio teológico se considera la moral como la determinación de lo que dicta lo malo y lo bueno. Y es que he intentado buscar ejemplos de inmoralidades en internet  y de lo que he encontrado, yo definiría un buen número como injusticia, otro montón como delito punible (por lo que nos vamos al punto anterior con lo ilegal) y el resto es anticuado, prejuicioso y por tanto, a mi entender, obsoleto.   El tema es ¿Quién define qué es o no es moral? ¿Nosotros mismos? ¿Nuestro círculo íntimo de amistades? ¿Nuestra familia? ¿La religión? ¿La sociedad en la que hemos decidido vivir? Y, ¿decidimos ser morales o inmorales o nos llevan a ello las circunstancias? ¿Es cierto entonces aquel refrán que tanto me repetía mi padre de adolescente  "La ocasión hace al ladrón"?   En el instituto tuve un profesor de filosofía que en una clase afirmó que siempre podemos decidir. Yo me indigné mucho y le rebatí que no siempre era posible; cuando los padres te prohibían algo yo era de las que cumplían, cuando no me dejaban entrar en una discoteca por no tener la edad, no intentaba colarme (bueno, quizás alguna vez), si había una señal de prohibido el paso, yo no pasaba (ya os he dicho que era tremendamente aburrida). Según mi modo de pensar, no podía decidir, tan sólo cumplir la orden. Ese profesor me explicó pacientemente que lo que yo estaba haciendo al no transgredir no era cumplir órdenes porque sí, sino que había decidido cumplir esa orden. Yo era absolutamente libre de atender a esa imposición o no. Si hacía caso y no me saltaba las reglas estaba actuando en desacuerdo con lo que me apetecía o sentía; si por el contrario decidía hacer lo que me venía en gana tenía que asumir las consecuencias de aquella decisión…, cualquier acto tendría su parte buena o su parte mala pero en verdad la que decidía era sólo yo. Esa lección me abrió un mundo tan grande de posibilidades infinitas, tantas como mi mente pudiera imaginar, tantas como mi moralidad o no quisieran permitir.   Hace poco intentando aconsejar a una amiga me sorprendí diciéndole que lo inmoral en la vida es no ser feliz y anotaré un punto extra, no ser feliz y regodearse en esa infelicidad. Así que voy a ser aplicada y hoy decido que la moralidad la marca mi conciencia y que, lo verdaderamente inmoral es no vivir acorde con mis propios sentimientos y necesidades. Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra. Tened por seguro, que yo no la lanzaré.

1 comentario:

  1. Todos tenemos la necesidad de la trasgresión en algún momento. De expresar nuestra rebeldía o de ser inmorales con nuestra moral. Tal vez, las tres cosas sean la misma.
    Lo que creo tener claro es que todo tiene un momento y en la juventud es cuando se manifiesta con más naturalidad ante la mirada del entorno.
    Si en ese momento no lo hiciste algún día sentirás necesidad de hacerlo, no pasa nada, lo harás y seguro te miraran como un bicho raro.
    Por ejemplo: Lo inmoral puede pasar a ser ilegal, ante los ojos de los peques de la familia, cuando tengan unos años más. Pero seguro que no engorda, a no ser que Josu y tú lo decidáis. Eso ya es problema vuestro.

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