lunes, 8 de septiembre de 2014

Gol norte

Me gusta el futbol. Y eso que a mí el único deporte que de verdad me gusta ver y practicar es el patinaje artístico sobre hielo (excepto durante mi embarazo que me tragué toda la competición de Bobsleigh de las Olimpiadas de invierno. Enajenación mental transitoria: no cuenta). Mi marido asegura que el patinaje no es un deporte, a pesar de regalarme unos patines de hielo con los  que se ganó mi corazón para siempre. Para que lo entendáis os contaré que hay una frasecita que corre por la red que dice "Ningún te quiero es comparable a un cariño estás más flaca". En mi caso, ningún te quiero superará jamás a unos patines de hielo con una nota que ponga "cariño estás más flaca". Pero volviendo al tema, ¿No es un deporte?;  ¿está en las olimpiadas? Pues Sí lo es.   Pero sí, me gusta el futbol pero con ciertos detalles. Once hombres, Xabi Alonso con su equipación, el bocadillo de tortilla de patata cuando voy al campo al Barça- Real Sociedad, las cenas que se organizan con la excusa de ver el partido todos juntos, Xabi Alonso con traje de Emidio Tucci, los antiguos partidos de Ramblas a media noche celebrando en Canaletas que habíamos ganado, Xabi Alonso de cualquier manera… Y la tele está bien, pero el campo tiene sus alicientes. Mi aliciente aparte del famoso bocadillo de tortilla de patata es el saludo de algún jugador. Ronaldinho me saludó a mí y nadie va a hacerme creer lo contrario. Todavía no se cómo me vió entre toda la multitud pero lo cierto es que los gestos con los brazos arriba y abajo eran un saludo en toda regla. No era ni mucho menos un precalentamiento. La tele me sirve más para estudiar las jugadas con detenimiento, organizar mi táctica y comentar el juego.  Soy una gran observadora de las faltas, me gusta valorar si el empujón o la patada en la espinilla ha sido a propósito o no, me encanta hacer el comentario de turno sobre la mujer de Casillas, sobre el pelo de Aitor Ocio o sobre la ovejita de Puyol, me rio mucho cuando los jugadores se ponen en fila tapándose su entrepierna (yo me taparía la cara para no ver el enorme balón estampado en mi nariz), me emociono mucho con los gestos de amiguismo entre rivales y sufro mucho con los penaltis. Cuando lo falla el jugador (sea del equipo que sea) me sabe mal y cuando lo falla el portero también. Ser portero no debe ser muy satisfactorio, me da la sensación que cuando un equipo gana, la gente tiene la percepción de que lo han ganado los delanteros, defensas, etc.; en cambio si pierde, se ha perdido por culpa del portero. Pobrecito, me sabe así como un poco mal. Suerte que luego van a tomarse unas cañas con la promesa de alguna prima millonaria y se les pasa. Qué vida más dura. Lo que me tiene frita y no consigo entender a pesar de mis infinitos intentos es el fuera de juego. A ver, a mí no me engañáis, no me creo que dos ojos humanos puedan detectar que cuando aquel le ha pasado el balón a este, el otro del equipo contrario estaba por delante de aquel y resulta entonces que no vale. Acepto que en pantalla, a cámara lenta, y con la línea roja que pintan, pueda llegar a verse, pero en juego, ni mi mente ni mis ojos se acercan a esa velocidad de reacción. Una vez mi amigo patrullero César me mandó una explicación que me hizo entenderlo claramente. Era un símil con no poder avanzar en la cola de cajas en una tienda hasta que tu amiga te lanza los zapatos, ¿o era que no podía pagar pero sí ponerme en la cola de cajas hasta no tener los zapatos?, ¿o era que aquellos zapatos eran tan feos por baratos que fueran y eso me impedía ponerme en la cola?…veis, me he vuelto a liar. No lo pillo.   Y es que una no puede saber de todo y cuando por decimo tercera vez consecutiva en el telediario de turno comentan que el equipo de marras se ha topado contra un muro, y es que ese muro, y menudo muro, y qué gran muro…. Pues lo lógico es que pregunte - "Quién es este tal Muro del que todos hablan? Y eso, no sé porqué genera risas. ¿Qué culpa tengo yo de haberme quedado en la época de Cruyff, Stoichkov, Pizzi, Yulen Guerrero, Koeman y su gol de Wembley o Laudrup?   Por eso intento aprovechar experiencias que puedan enriquecer mi (in)cultura futbolística;por mi luna de miel fuimos a ver un partido en Buenos Aires, aquello, perdonad que os diga, es la guerra, es adrenalina en estado puro, los antidisturbios cacheándonos al entrar al campo, las barras bravas por la carretera colgados de la ventanilla del autobús, y ese BUM, BUM, BUM….y todas las gradas vibrando. Os juro que el estadio entero temblaba bajo mis pies .Nuestros asientos estaban en el lado del River Plate así que estábamos con los borrachos del tablón y aunque debo decir que me tira más el River, formar parte de la Guardia imperial del Racing de Avellaneda me parecía mucho más glamuroso. Lo que es buen juego yo creo que no hubo, (con toda la humildad del mundo siendo consciente que no se jugar ni entiendo de tácticas); yo lo que vi es que allí había una balón pero de organización muy poca, todos los jugadores en rebaño a por la bola, todos a la vez, vamos…como hacíamos las niñas de mi grupito (que éramos más de baile) en el patio del cole. No recuerdo ni quien ganó ni quien perdió, pero a pesar de eso yo iba contenta esperando el final del partido;  Mi marido me hizo creer que sorteaban una camiseta oficial del equipo y yo que me imaginé monísima con mi equipación entera rollo futbolista sexy y allá que fui a por ella….. Lo que yo no sabía es que era mentira y  empiezo a charlar con un gran seguidor del River  sentado a mi lado y me dice que a él no le importa si juegan bien o mal, que él ha venido por la camiseta…y yo…….siiii!!!! Yo también he venido por la camiseta! A ver si me toca! ¿Entendéis su cara de - "esta tía está loca"? pues yo no la entendí. La entendí al final del partido, cuando la gente no se movía de las gradas y seguían animando, pero  sin rifa de camiseta, con mi marido partiéndose de risa y al oír el cantico al son de 5000 personas……  "Hay que alentar de corazón, hay que alentarlo al campeón, de la cabeza. No me importa si ganás, no me importa si perdés, YO HE VENIDO POR LA CAMISETA". Después de ese día juré que quemaría  la inmensa colección de camisetas de futbol de mi marido porque , uno,  son de un tejido blandurrio horroroso, que no se mantiene doblado en su sitio 2, no se las pone nunca y me ocupan un cajón enorme; 3, todas me van grandes como sacos y no podemos aprovechar ninguna para mi fantasía de jugadora de futbol sexy y 4, porque de mi no se ríe nadie (excepto mi compi de grada, el borracho del tablón.) Así que, en  conclusión,  cuando les pregunten a mis peques de que equipo son, si del Barça como mamá o  de la Real como papá, sólo espero  que me llenen de orgullo respondiendo que ellos son….del patinaje artístico sobre hielo.

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