Hoy he soñado que estaba
haciendo cola para participar en una especie de rodeo con toros de lidia. A mí
me daba mucho miedo pero le decía a mi marido (que estaba en la cola conmigo)
que quería hacerlo y al acercarme estaba muy nerviosa y asustada pero al entrar
en el ruedo me ha parecido que el toro se convertía en vaquilla sin cuernos y
ya me ha cuadrado un poco más la cosa.
Ha sido un sueño extraño puesto que los toros no entran en mis pensamientos
habitualmente.
Justo me he despertado en
ese instante con la seguridad que era el momento justo para superar todos mis miedos,
entre los cuales no se encuentran los toros, pero vaya, si Morfeo me ha hablado
así por algo será y es que…qué tendrá Morfeo para saber mecerme tan bien en sus
brazos.
Yo creo mucho en los
sueños, creo que el subconsciente me habla a través de ellos y por consiguiente
les suelo hacer mucho caso. Como aquella vez que estando distanciada de unos
miembros de mi familia siempre solía soñar que discutía con ellos y nos
gritábamos, pero una noche de repente, soñé que les tendía la mano amigablemente
y al despertar me fui inmediatamente a
su casa y solucioné el conflicto. O las mil y una veces en que he estado triste
y he añorado a mis abuelos y me he pasado toda la noche hablando con ellos, besándonos
y abrazándonos en sueños.
Pues eso, que a mí los
sueños me ayudan un montón y por eso creo mucho en ellos. Pero creo todavía más
en superar los miedos.
Así que cuando al
despertar he buscado el significado de soñar con toros no me ha gustado nada. Me
he encontrado con un rollo de virilidad/vigoridad/maternidad que me ha chafado
mis ganas de enfrentarme a mis propios límites, por suerte no le he hecho caso
y he adaptado el significado a mi propia conveniencia.
Porque ¿para qué sirven
los límites? ¿Son necesarios? Si, en efecto. A mí los limites y las fronteras
mentales me son muy necesarias porque ya sabéis que sin ellos yo me desbordo,
me desparramo y me pierdo. Necesito disciplina y contención emocional para no
caer tan fácilmente en la tentación de estar en las nubes, en la luna o en mi
mundo de pájaras filosofales. Pero a lo
que iba, esos límites sí, pero los otros límites, los malos, los que te impiden
avanzar NO. ¿Y Por qué no? Pues por mí misma, por sentirme bien, plena e
independiente. Autónoma y capacitada para lo que me echen.
Pero por desgracia yo soy
muy de esos (perdonadme la expresión) jodidos
tocacojones y puñeteros miedos.
Me da miedo todo.
Me da miedo un animal que
no desvelaré por si acaso alguien me odia más de lo normal.
Me da miedo conducir mi
coche (no hablemos ya de coches ajenos) y me da miedo soñar con grandes
aventuras en moto por el desierto en una trail porque también me dan miedo las
consecuencias que pueden acarrear las motos. Me da miedo la velocidad sin
control y las temeridades.
Me da miedo subir al
Everest y caerme por una grieta y también montar una yegua salvaje y que se
desboque montaña arriba.
Me da pánico que les pase
algo a mis hijos y lo que vaya a sufrir por ello y que le pase algo a alguien
muy cercano a ellos y sean ellos los que deban sufrir.
Me da miedo también no
vivir la vida que deseo y perderme emociones. Temo que mi mente deje de vibrar
con nuevas experiencias o dejar de temblar con el sonido de una canción
especial. Dejar de emocionarme ante una mirada furtiva o caer en la inapetencia
de adrenalina. Me da miedo caer en la tentación pero también temo no volver a
caer nunca más en ella.
Y así vamos, sintiéndome
cobarde cíclicamente. Y no lo soy en verdad porque puedo contar más cosas que
no me dan miedo que cosas que sí.
No soy de las que teme
enfrentarse a las cosas, no temo al dolor, ni a estar sola, no temo a los
desengaños amorosos ni a meterme en una pelea. No me asustan los insectos ni
tampoco las víboras humanas. No temo emprender cosas nuevas ni tirarme al vacío
a por nuevas experiencias, probar, curiosear, investigar y intentar conocer
mundos y gentes nuevas…pero todo bajo un cierto control, sin imprudencias y sin
fanfarronadas.
Así pues vayamos por
partes. Hay cosas que no se pueden evitar y nadie está a salvo de ello por lo
que nos borramos de un plumazo ciertos miedos. Sufrimiento y muerte eliminados
de la lista porque no dependen de mí.
Me ayuda a pensar que
todo está escrito y si mi destino es el que sea, indudablemente será. Si no me
alcanza yendo en moto, lo hará con un resbalón en la ducha o durmiendo en mi
cama simplemente. Por tanto otros miedos más también eliminados.
No tengo financiación
para el Everest por tanto…otro fuera! Podría probar con una vía ferrata para
sacarme el gusanillo de la aventura y como todo creo que el único modo de
superar un miedo es yendo a por él. Como dicen siempre mis padres, al toro se
le coge por los cuernos (que curioso pensar que en mi sueño yo lo intentaba
coger por la cola)
Así que no hay duda y soy
la prueba viviente que con la práctica
se quita el temor. Cuando acabé la carrera de enfermería me daba pánico
realizar extracciones de sangre, me daban sudores y dolor de tripa
instantáneo…..pero no desistí, seguí haciéndolo un día tras otro hasta convertirme sin darme
cuenta en una gran extractora, y no lo digo por buena (qué también ..;) Sino por
“disfrutona”. Esto voy a aplicarlo al coche. Otro en proceso de eliminación.
En un documental vi a
unos bebes con unas serpientes. Al otro lado del cristal sus madres los miraban
atentos. Si el bebé veía a la madre asustada, se asustaba él también. Si por el
contrario las veían tranquilas y felices, jugaban con las serpientes como si de
un muñeco se tratara. Qué gran lección! Suena fácil en la teoría pero creedme
cuando os digo que este, el del animal, (que tampoco son las serpientes) es el
único miedo que no me veo capaz de superar a pesar que cuando vea a mis hijos
con mi animal temido lo único que deberé hacer es seguir el consejo de esos
bebes. No me voy a dar por vencida. Lo voy a intentar os lo prometo. Apuntadme
otro en mente para eliminación…;)
Para aquellas pajarracas
sobre dejar de vivir, de experimentar, etc.…pues que os voy a contar que no
sepáis de mi los que me conocéis bien…que me da susto que pase pero sé que
nunca va a pasar.
Y lo sé porque me
emociono con nada, y más con los anuncios tipo Coca Cola…esos que te dan las
ganas de reír, de baila, de temblar con cada mirada. Aquellos que te hacen
saltar las lágrimas y saltar a la vez del sofá para hacer algo en la vida que
te llene el alma de pasión irrefrenable.
Así que seguiré mirando
hasta donde me permita la vista pero esta vez sin obstáculos para que lo único
que marque mi límite, sea el horizonte.