“Somos como un GPS, nos pasamos la vida recalculando ruta”
Me encantó, por su sencillez y por su claridad y por cómo
sintetizó en apenas 10 palabras como me siento más a menudo de lo que quizás
sería recomendable. (Debo decir en general que esta persona (Marta) suele
sintetizar muy idóneamente mis sentimientos)
Es cierto, paso mi vida recalculando ruta. Es verdad que cuando
encuentro un obstáculo aunque no suelo amedrentarme, me quedo un tiempo que
suele variar entre unas horas hasta no más de dos o tres días en recolocarme
mentalmente. Soy de decisiones rápidas y muy pulsátiles por lo que tiendo a
tener que recular y redireccionar mi decisión con frecuencia. Para mí esa característica
no es a la fuerza un defecto…Igual que late mi corazón e impulsa la sangre
por mis venas, y una vez la sangre ha
salido impulsada de mi ventrículo no puede volver atrás, del mismo modo lato yo.
Soy impulsiva, lo sé, pero no puedo cambiar radicalmente mi forma de ser, al
igual que no deseo cambiar el modo en el que late mi corazón.
A pesar de mi espíritu de cambio constante de vez en cuando
me gustaría ser de esas personas que ponen el piloto automático y viajan
plácidamente, serenas y calmadas. Pero yo no soy así, a mi el piloto automático
me cansa aunque me de paz, y vuelvo al mismo razonamiento de siempre, calma excesiva me aburre, demasiado barullo me ajetrea
la mente y me hace perder el norte, podría titular mi vida como “en busca del equilibrio
perdido”. Debiera tatuarme una brújula que siempre me marque el camino a seguir
(Mi marido añade que debiera hacérmela
sin la flecha que indica la dirección porque así es como voy yo por la vida,
sin dirección); tal vez hasta ponerme unas anteojeras como los burros, que no
me permitan ver demasiado más allá de mi sendero porque si no me pierdo en los
sueños, en los laureles, en los propósitos, en lo que podría ser o hubiera sido.
Pero, es que en el fondo difiero de esa afirmación que dice que voy sin
dirección. Sí llevo dirección, solo que la mía propia. Que es una dirección con
subidas, bajadas, acelerones y frenazos? Pues también. Pero no olvidéis que los
mejores motoristas eligen siempre las carreteras con curvas y huyen de las
autopistas.
Yo sé bien lo que quiero y aunque a veces doy algún rodeo,
mi objetivo se mantiene hasta que lo consigo y es que ciertamente funciono como
un GPS (aunque sea un baratillo sin muchas prestaciones), me redirecciono si
encuentro una carretera cortada o con demasiadas curvas para mis neumáticos
actuales. A pesar de mi impulsividad, con los años he aprendido a controlarme
un poco y ahora estoy en una época en que las locuras han de medirse un pelín, por
lo que no me cuesta recular y enderezar, posponer para asegurar el éxito o
descartar por extracomplicaciones.
Cuando vuelva a ser su tiempo, cuando mi cuerpo vuelva a
pedírmelo lo volveré a meter en ruta, y si no me decido, lo echaré a suertes a
cara o cruz porqué en el preciso instante en que la moneda esté en el aire,
sabré exactamente lo que quiero que salga. Ahí será el momento en que, sin
dejar que llegue a caer esa moneda, correré a meter las nuevas coordenadas a mi
GPS.
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