jueves, 23 de junio de 2016

GPS

El otro día hablando con una madre del cole, dijo una frase que me pareció acertadísima.
“Somos como un GPS, nos pasamos la vida recalculando ruta”
Me encantó, por su sencillez y por su claridad y por cómo sintetizó en apenas 10 palabras como me siento más a menudo de lo que quizás sería recomendable. (Debo decir en general que esta persona (Marta) suele sintetizar muy idóneamente mis sentimientos)
Es cierto, paso mi vida recalculando ruta. Es verdad que cuando encuentro un obstáculo aunque no suelo amedrentarme, me quedo un tiempo que suele variar entre unas horas hasta no más de dos o tres días en recolocarme mentalmente. Soy de decisiones rápidas y muy pulsátiles por lo que tiendo a tener que recular y redireccionar mi decisión con frecuencia. Para mí esa característica no es a la fuerza un defecto…Igual que late mi corazón e impulsa la sangre por  mis venas, y una vez la sangre ha salido impulsada de mi ventrículo no puede volver atrás, del mismo modo lato yo. Soy impulsiva, lo sé, pero no puedo cambiar radicalmente mi forma de ser, al igual que no deseo cambiar el modo en el que late mi corazón.
A pesar de mi espíritu de cambio constante de vez en cuando me gustaría ser de esas personas que ponen el piloto automático y viajan plácidamente, serenas y calmadas. Pero yo no soy así, a mi el piloto automático me cansa aunque me de paz, y vuelvo al mismo razonamiento de siempre, calma  excesiva me aburre, demasiado barullo me ajetrea la mente y me hace perder el norte, podría titular mi vida como “en busca del equilibrio perdido”. Debiera tatuarme una brújula que siempre me marque el camino a seguir  (Mi marido añade que debiera hacérmela sin la flecha que indica la dirección porque así es como voy yo por la vida, sin dirección); tal vez hasta ponerme unas anteojeras como los burros, que no me permitan ver demasiado más allá de mi sendero porque si no me pierdo en los sueños, en los laureles, en los propósitos, en lo que podría ser o hubiera sido. Pero, es que en el fondo difiero de esa afirmación que dice que voy sin dirección. Sí llevo dirección, solo que la mía propia. Que es una dirección con subidas, bajadas, acelerones y frenazos? Pues también. Pero no olvidéis que los mejores motoristas eligen siempre las carreteras con curvas y huyen de las autopistas.
Yo sé bien lo que quiero y aunque a veces doy algún rodeo, mi objetivo se mantiene hasta que lo consigo y es que ciertamente funciono como un GPS (aunque sea un baratillo sin muchas prestaciones), me redirecciono si encuentro una carretera cortada o con demasiadas curvas para mis neumáticos actuales. A pesar de mi impulsividad, con los años he aprendido a controlarme un poco y ahora estoy en una época en que las locuras han de medirse un pelín, por lo que no me cuesta recular y enderezar, posponer para asegurar el éxito o descartar por extracomplicaciones.
Cuando vuelva a ser su tiempo, cuando mi cuerpo vuelva a pedírmelo lo volveré a meter en ruta, y si no me decido, lo echaré a suertes a cara o cruz porqué en el preciso instante en que la moneda esté en el aire, sabré exactamente lo que quiero que salga. Ahí será el momento en que, sin dejar que llegue a caer esa moneda, correré a meter las nuevas coordenadas a mi GPS.


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