lunes, 20 de junio de 2016

Tic, tac, TOC...

Estoy enfadada con los fabricantes de aparatos de ECG. El motivo es tan sencillo como disparatado y es que los cables, que se distinguen por colores, a mi parecer no siguen una secuencia lógica. ¿Cuál es para vosotros el último color de la paleta? Para mí el negro. Así entonces ¿porqué el último cable lleva el color lila y dejan el negro el penúltimo? El único motivo que encuentro es que hayan decidido no ordenarlo en función de la gama de color sino según elevación espiritual y por tanto ya cuadraría que el lila fuera el último, puesto que es el  que representa el chacra superior.
Y yo me pregunto, ¿es eso una molestia tan grave? En verdad no, pero no puedo evitar pensarlo cada vez que hago un ECG (y de esos hago bastantes al día).
Me gusta hacer las cosas bien y a menudo mi percepción de lo que es estar bien difiere de la de los demás encontrándome con incomodidades de este calibre. Igual que el anuncio de Scheweppes, me encanta, me parece muy bien formulado. Tanta gente funcionando a la vez, todos al ritmo, todos con una acompasación perfecta pero llega el final y lo estropean cuando la chica pone el tirabuzón de limón en la copa.  Al caer  el limón queda demasiado hundido en la copa y no luce lo suficiente. Y a mí, este detalle me duele a la vista.
Me molesta mucho leer un libro en el que la historia se localiza en Dublín y por un despiste mío entender  Berlín. Al final del libro me doy cuenta que es Dublín y me mosqueo muchísimo porque para nada es lo mismo y es que para mi Berlín es verde caqui y Dublín en cambio es amarillo oro!
No hablo de otras preocupaciones importantes de verdad, sólo  me estoy centrando en mis ideales de perfección y mi sentido de perfección chirria enormemente cuando veo detalles como esos. Y es que me gusta admirar la belleza que reside en las pequeñas cosas, en eso que convierte un algo normal en un algo especial sin por ello tener que pasar por encarecer el producto o en complicar la situación. Es buscar belleza por el simple motivo de disfrutar de ella en modos tan sencillos como  terminar los bordes de un apósito en redondo, tener un color determinado para cada tema de mi agenda, ordenar mi armario por largo de mangas, mirar a un hombre en camiseta blanca de cuello redondo o observar a lo lejos una vena prominente ideal para pinchar. Esas nimiedades me aportan tanto bienestar inmediato que se podría pensar que estoy un poco desequilibrada y tal vez así sea, pero ¿sabéis qué? Vuelvo a reafirmarme en que no me importa y reitero también en que la frontera entre la normalidad, la especialidad y el TOC (trastorno obsesivo compulsivo) en mi caso está absolutamente indefinida. Lo sé y no me disgusta.
Soy muy TOC cuando si son las 11.56 no soy capaz de decir que son las 12 y si debo despertarme a las 6 no concibo que la saeta de mi despertador esté a las 6:01 porque no es lo mismo! Y es que aquí podría no notarse la sutil diferencia pero , ¿verdad que no es lo mismo un beso que un BESO o una mirada o una MIRADA?…porque aunque las dos cosas se hagan del mismo modo, con los labios o con los ojos unos te hacen temblar, te transportan y te recitan un mundo de mensajes y otros sencillamente no te aportan nada; pues para mí esa es la diferencia entre hacer una cosa de un modo o hacerla de otro, es sentirme bien o mal, tener un significado o no tener nada, es querer  hacer o hacer por hacer.
En cambio y para rizar más el rizo, para otras cosas me da igual la perfección, soy muy cutre y lo hago rápido y sin esmerarme mucho. Es como un “pa qué… ya está bien así, total no se va a notar”. Y ahí señores míos es donde la fastidio, porque SÍ se va a notar y quizás ahí es donde radica de verdad la perfección de las pequeñas cosas. No en que lo sean sino en que el intento sea hecho con tal fin. No todo podremos convertirlo en algo especial pero si podemos elegir la actitud en la que lo concebimos y el modo en que lo miramos porqué  según dos grandes mentes pensantes la perfección reside en los ojos del que mira y en el corazón de quien la observa.
Así que no caigamos en la desidia del semi-hacer, busquemos siempre esa flor que adorne el basurero, no nos cansemos de intentar hacer magia porque si conviertes en especial todo lo que te rodea será porque tú, indudablemente también lo eres.


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