
Ciertas cosas tenía muy claras, cosas como el aborto, el
cuidado de ancianos en residencias, las órdenes de no reanimar y otros
pormenores que a medida que crezco, evoluciono o envejezco según como lo
queráis definir, están resultando no ser
tan menores.
Sin ir más lejos hoy mismo he leído una carta al director en
el periódico donde una señora de 82 años relataba sin ninguna vehemencia lo que
tiene y lo que no. Aquí os la paso para
que podáis opinar vosotros mismos.
“Lo que tengo y lo que no: Esta carta representa el balance
de mi vida. Tengo 82 años, 4 hijos, 11 nietos, 2 bisnietos y una habitación de
12m2. Ya no tengo mi casa ni mis cosas queridas, pero si quien me
arregla la habitación, me hace la comida y la cama, me toma la tensión y me
pesa. Ya no tengo las risas de mis nietos, el verlos crecer, abrazarse y
pelearse; algunos vienen a verme cada 15 días; otros cada tres o cuatro meses;
otros, nunca. Ya no hago croquetas o huevos rellenos ni rulos de carne picada
ni punto ni crochet. Aun tengo pasatiempos por hacer y sudokus que entretienen
algo. No sé cuánto me quedará pero debo acostumbrarme a esta soledad; voy a
terapia ocupacional y ayudo en lo que puedo a quienes están peor que yo, aunque
no quiero intimar demasiado: desaparecen con frecuencia. Dicen que la vida se
alarga cada vez más. ¿Para qué? Cuando estoy sola puedo mirar las fotos de mi
familia y algunos recuerdos de casa que me he traído. Y eso es todo. Espero que
las próximas generaciones vean que la familia se forma para tener un mañana
(con los hijos) y pagar a nuestros padres con el tiempo que nos regalaron al
criarnos” Pilar Fernández Sánchez. Granada.
Ahora es mi turno para opinar: Ante estas afirmaciones, me
pregunto yo, ¿cuál es el objetivo de formar una familia? Pues así a bote pronto
podría ser el compartir un proyecto de vida común, evolucionar juntos y pasar
por las diferentes fases de la existencia formando un equipo, no? Lo que me
lleva a reflexionar sobre mi idea de las residencias de ancianos. Soy gran
defensora de estos centros, he trabajado durante muchos años en ellos, mis
abuelas pasaron sus últimos años viviendo en una residencia, la abuela de mi
marido está en una y afirmo que no podrían estar o haber estado mejor cuidadas.
Es cierto, de eso no hay duda; los medios y tecnologías que disponen estos
centros no son comparables a la buena voluntad de un cuidador informal en una
casa. Lo que pasa es que ahí me estaba centrando únicamente en las necesidades físicas:
higiene, medicación, eliminación, alimentación, etc. Y después de leer la carta
de repente me ha venido a la mente la cena de Nochebuena, mira por donde.
Parece que haya perdido el hilo de mi alegato pero ahora me entenderéis. Yo
siempre he promulgado que mi mayor deseo familiar era que mi mesa en la cena de
Nochebuena estuviera repleta de gente. Siempre he querido formar una familia
numerosa por todo lo que para mi implica. Yo he sido hija única y reconozco que
no cambiaria mi infancia por la de ningún niño del mundo porque para mí ha sido
la más perfecta que pueda existir pero como soy un poco perfeccionista, siempre
he deseado que la infancia de mis hijos fuera todavía un poquito más perfecta que la mía,
y eso sólo se podía conseguir dándoles hermanos. Ya me he ocupado de ese tema y
ya tengo mi mesa más llena…..mi marido y yo, mis hijos, mis padres, mis
suegros, mis tíos, mis cuñados, las parejas de mis hijos algún día, mis
nietos…..me encanta. Mi sueño hecho realidad. Una gran familia. Me imagino de
viejecita con mi pelo blanco impoluto, mis gafitas, mi blusa recién planchadita
y mis bragas faja a lo Bridget Jones; toda una vida de historias, de compartir,
de luchar, de tirar la familia para adelante y ZAS de repente me encuentro en
una residencia y todo eso cambia. Ya nadie corre por los pasillos, ni hay
gritos, ni tele ni música ni cómo ha ido el día y no es que espere vivir con
mis hijos cuando sea anciana, ni mucho menos pero si esperaba que los años que
estuviera viva, seguir sintiéndome así, viva. Seguir sintiéndome que formo
parte del grupo social al que he pertenecido siempre. Lo gracioso es que al
leer esta carta no he pensado en mi misma, sino en mis padres. Ellos, que
siempre han defendido que cuando llegue el momento se irán a una residencia y
estarán encantados con eso y yo lo he apoyado fervientemente, los imagino ahora
como la anciana de la carta y me da mucha tristeza. Porque realmente la cena de
Nochebuena es fácil de tener, pero ¿y las otras 364 cenas? ¿Toda una vida
familiar para acabar con 3 cenas al año, un fin de semana al mes, una hora
extra el día de tu cumpleaños? ¿A eso aspiraremos al convertirnos en ancianos?
No me he planteado aún como quiero gestionar mi vejez y
hasta ahora tenía muy claro cómo iba a gestionar la de mis padres, por eso me
extraña que de repente me venga una
imagen mental de todos en una casa viviendo en común. Sé que requeriría ayudas
técnicas, personal de apoyo, una economía y una logística muy bien hiladas
pero, ¿por qué no? Y ya sé que yo me lo imagino como el catalogo de Ikea, con
una casa grande, con habitaciones enormes y un comedor gigantesco y luminoso en
el que el abuelo lee el periódico mientras la abuela, la madre y la hija hacen
galletitas en la isla de la cocina y el marido y el hijo vuelven de jugar con
el perro. Lo sé; Se que la versión real más bien seria todos apelotonados,
hasta el moño del Sálvame de mi madre en la tele, sin perro porque nada más nos
faltaba eso, el crio con auriculares encerrado en su habitación, la niña
gritando que no la entendemos y mi padre restregando su pañal por la pared de
la cocina. Y Madre mía, madre mía, madre mía…… ¿Y si mi marido piensa igual y
quiere traer a sus padres???? Pues pongo a mi suegro con mi padre a restregar sus pañales conjuntamente
y a mi suegra le adjudico el hacer las galletas…;)
Ciertamente no sé cómo voy a gestionar mis deseos, los
deseos de los familiares a mi cargo y las necesidades reales según las
circunstancias junto con los recursos que tengamos, y por suerte me queda mucho
camino para plantearme soluciones y alternativas pero está claro que quiero
tener una familia inclusiva y no excluyente; participativa y con un gran sentimiento de pertenencia.
Quiero transmitir esos valores a mis hijos y que ellos a su vez los pasen a los
suyos. Defender a capa y espada una actitud de respeto por nuestros mayores y
por su cuidado. Echar la vista atrás y fijarme en que toda la vida han
convivido las distintas generaciones bajo un mismo techo nutriéndose de
experiencias propias de su edad los unos a los otros. Tal vez no ser tan súper
mega modernos y aprender de las tribus ancestrales en las que hacían eso mismo
y cada uno con su rol formaban un largo linaje de convivientes, porque al fin y
al cabo somos quien somos por un conjunto de muchas razones (una de ellas nuestra
estirpe) y tal vez no podemos saber a dónde vamos o hacía donde nos llevará el
destino pero de lo que si estamos seguros es de dónde venimos, y yo eso lo
tengo muy claro, vengo de una FAMILIA, en letra y significado, mayúsculos.